Por Marisol Oviaño
Los tres teníamos cosas que celebrar.
Recogí a Rodolfo Naró bajo la lluvia en la calle Mayor. Llevaba un ejemplar de El orden infinito (finalista del Premio Planeta Argentina 2006, sorprendentemente editado sólo en México) que más tarde me dedicó en La Ida, de la calle Colón.
David Luna y su belleza perturbadora pronto se irán a México- de donde Rodolfo acaba de llegar- para dirigir la fotografía de un largometraje, pero antes de marcharse nos deja una web en la que ya podemos disfrutar de su mirada (aunque todavía falta la parte en la que se pueden ver sus trabajos en cine).
Y yo, dentro de poco tendré entre mis manos la prueba de que hemos dado el salto al mundo real: el primer libro de la editorial Proscritos .
La última vez que nos vimos los tres juntos fue en México D.F., hace dos años. Entonces los tres estábamos cambiando el rumbo. Entonces y ahora éramos un trío de soñadores, porque no hay otra palabra para definir a quien pelea contra viento y marea por lo que cree.
El reencuentro fue entrañable. Internet y el correo electrónico permite que el cariño sea una planta que no deja de crecer. Tomamos una copa, brindamos por el éxito y llevamos a Rodolfo a cenar al Pez Gordo. Después, él y yo cruzamos Madrid a toda velocidad para que llegara a tiempo a coger el autobús que debía llevarle hasta Lisboa, la tierra del mítico Pessoa.
La fotografía es mía, siento que David no esté bien enfocado. Cada día veo menos sin gafas.
Si queréis ver artículos anteriores sobre Rodolfo Naró y El orden infinito: proscritosblog
0 respuestas a «el orden infinito llega a europa»
El Orden Infinito es la mejor novela que he leído en un par de años. Me recuerda irremediablemente a Pedro Páramo.