Miguel Pérez de Lema
Era Larra -siempre Larra- quien hablaba en uno de sus artículos sobre esa cosa tan española de los «oficios que no dan para vivir». Una vergüenza nacional, que mirada de cerca, va curvándose y haciéndose más compleja hasta ser, al mismo tiempo que una tara, una salida. El aliviadero triste de un país donde todo es precario y hostil, pero conserva esos intersticios, esas flexibilidades, esas tercermundidades compasivas, como pequeñas ramitas que apenas flotan y a las que se agarran precariamente los que van cayendo a las turbulentas aguas de la miseria nacional. Que es mucha.
Hablaba Larra de gentes que ganaban cantidades ínfimas, discontinuas, impredecibles, que despojados de todo siempre podían pasar el día recogiendo trapos, ocupando el hueco de una escalera para remendar zapatos, alquilar su fuerza para hacer un porte, echar una mano aquí o poner el cazo por allá. «Lo que sea por un dólar», como decía Humprey Bogart en «Cayo Largo» recordando los años de la gran depresión.
Porque España es un país con una depresión de al menos cinco siglos -todo el mundo sabe que los brotes de euforia son también parte del carácter depresivo-.
Ahora al conjunto de los «oficios que no dan para vivir» lo llamamos técnicamente «economía informal» y parece que con eso hacemos algo. Pero con eso no hacemos nada y todo sigue igual. Cuando al montante de la economía informal de los pobres le sumamos el de la economía sumergida, en la que entran además de los oficios/ruina, asuntos graves como la trata de blancas, las sustancias, o la evasión de capitales por parte de las grandes familias -¡40.000 millones al año defraudan los ricos, señora!-, nos sale que nuestro principal sector, mucho más que la construcción o el turismo, es la ocultación al fisco.
Dicen que ni en los momentos de más luz, esta oscuridad española ha sido inferior al 20%.
De cada cinco duros, uno es negro.
Un alemán no puede con esto. A un alemán la complejidad de lo español, que es la suma genial y fatal de lo latino más lo moro y un poco de esencia de lo judío, le funde los plomos. Es biométricamente incapaz de asimilar que la forma de que las cosas funcionen un poco, cuando no funcionan, es lo informal, lo sumergido, lo casi mágico. La curva española. El barroco.
Porque si en España nos quedáramos sin el efecto gravitatorio de ese 20% de antimateria, sin el impulso de esa energía oscura, entonces sí que nos moríamos de hambre y nos tirábamos al monte. Sin embargo, al español, cuando las estrecheces parece que ya están poniéndole en la raya de la locura, suele sucederle que su situación se apacigüe un poco, lo justo. Incluso algo menos de lo justo pero sí lo suficiente para que a la familia menesterosa, al parado y olvidado, le aparezca alguna chapucilla semi profesional y salvadora con su propina bajo mano. Lo justo, ya digo, para coger aire y seguir remando contra corriente.
Somos cortoplacistas, sin visión a larga o media distancia. Un amenazante enigma para el cálculo alemán.
Porque aquí, no digas que no, se vive, el que más holgado va, de mes en mes. Y de ahí se van incluso recortando los plazos de angustia según se cae por la escalera social. Hay quien vive a la quincena, a la semana, y hay quien vive al día. Con lo puesto.
En este contexto, que estaba ahí aunque no quisiéramos verlo, hasta hace poco los bancos hacían hipotecas a 40 años. Dime tú si no era provocar al destino.
Un país de chamarileros, en el que las familias se metían a hacer inversiones con plazos como los que se fija una petrolera cuando hace una infraestructura en Bolivia. ¡40 años, señora!.
El español es un hombre metido en inversiones a 40 años y con el recibo de la luz del mes pasado en segundo aviso. Y al final, va y lo consigue.
Un genio.
6 respuestas a «Economía informal»
Buenísimo, sí señor.
¡Ay madre! …estamos «descubriendo» el pasado…y el Mediterráneo.
Aparte de decir que estoy de acuerdo con marisol en que es muy bueno, cada dìa escribes mejor cabroncete, me gustaría decir que el carácter español puede que sea bueno para ir sobreviviendo a base de «ñapas» y pequeñas trampas. Lo malo es que esa misma capacidad para ir soportando la miseria nos hace ser indolentes ante las situaciones que no nos gustan y nos impiden hacer lo necesario para salir de ellas.
Esa pluma de vuesa merced me está poniendo celoso, mozalbete.
Mi padre cuando era niña decida «aprende hija mía , no un oficio, dos o mas, una o dos profesiones ya que vendrán tiempos difíciles donde las profesiones quedaran enterradas y comerás del oficio determinado con dominio total». Rea y le vi como un advenimiento para mi futuro ya que tome cada una de sus palabras para no pasar penurias en mi vida y siempre estar empleada, -lo logre con éxito.
En tiempos pasados al cortarnos los pelos de la cabeza, el peluquero recogía el cabello, le llevaba a un tratamiento para escoger los pelos mas gruesos e idóneos para las pestañas, cabello para la cabeza de las muñecas, no le pagaban nada al que dejaba los pelos, este cobraba y de paso obtenía un material para hacer peluquines, yo una vez deje mi melena, esta me llegaba por la cintura, la estilista hizo una peluca de castaño claro la cual vendió por un precio elevado, no cobre nada, admire el trabajo del artesano.
En estos tiempos de crisis mundial , si sabéis hacer uso de las habilidades obtendrás beneficios cuantiosos viendo el desempeño de los oficios como una carrera admirable de verle con cuidado para garantizar que no se debe de tener vergüenza alguna si asistes a una peluquería, barbería por pelos para las muñecas confeccionadas de forma artesanal, hasta las uñas son recogidas para colocarlas en los dedos, es digno de ver y apreciar el oficio del buen artesano ya que es un arte de prestigio.
La economía informal nos lleva a ver los vendedores como empleados sin sueldo, sin beneficio y sin seguro, sin prestaciones donde muchos de ellos compran a consignación o crédito las prendas y artículos que revenden ganando una baja cuota por el hecho de ser un vendedor de algún almacén, este come si vende, si no vende.. maldice el día.
El mercado negro nos lleva por la compra-venta de la carne de primera, carne humana de jovencitas raptadas, otras con aceptación, viendo en la prostitución un negocio para el chulo y el que les alberga en un cuartucho para vender el placer del sexo cualquiera sea la forma y manera de servir el servicio pagado por destruir sus almas y sumergirles en un estado deprimente y reprochables ya muchas (os) se lanzan por la via del facilismo al no tener herramientas determinadas como un oficio que les ayude a acudir a empresas para optar por un empleo digno, muere la digna de las (los) prostitutas (os), se vuelve un pasaje repulsivo y pernicioso para el estado creando parásitos y conflictos en la sociedad.
El grave problema de la prostitución nos lleva por el camino sin escrúpulos de los vendedores de carne fresca o comercialización del sexo, sobre todo llegamos al rapto, secuestro para incursionar a los menores en la profesión de la prostitución, droga, mula, jíbaros, caemos en cadenas de distribuciones y la creación de un submundo plagado de necesidades, enfermos y caos total.
A la hora de las culpas, nadie mas tiene culpa que el mismo individuo que busco la via mas fácil para ganarse la vida, mundo lleno de interés, necesidades, impudicia, y todos ellos carentes de un oficio determinado ya que toda su miserable vida han sido parásitos de papa, mama o del estado, vemos entonces un problema social para combatir, un problema que llama a los gobernantes a accionar el arma de enderezar a estos para ver un cambio sustancial en la sociedad, salir de la jerarquía de subdesarrollados y dejar de sentir lastima por esos que solo desean ser mantenidos sin preocuparse por contribuir con un aporte al núcleo familiar, a mejorar la sociedad, cambiar el estatus de gusanos para enfrentarse a los retos, estos nos arrastran mas tarde a ver las secuelas de sus actividades, vemos padres y madres levantando nietos, sobrinos ya que sus hijos solo son consumidores, parásitos sin interés en nada mas que en ellos mismo, entramos en conflictos de intereses y se desnuda la sinvergüenzura, el egoísmo, y un sin numero de males muy propio de los nuevos tiempos.
Me parece estupendo. Lo mejor es que no has entrado en ideologías… Pero de lo que no tratas es del alemán… Esa falta de libertad e integrismo fanático-protestante se las trae. Y yo no digo que no haya racismo o clasismo en España, lo que si que se es que en sociedades «sin fisuras aparentes» como el Reino Unido o Alemania, el que nace pobre muere pobre, y mejor no ser ecuatoriano, indio o lo peor turco o negro…. Aquí andaremos escasos y en economía sumergida, pero hay un elemento, el humano, que no tiene que ver ni con el doberman, ni con el Mercedes, ni con la rubia de bote… A mi se me escapan los alemanes, no les puedo comprender. Me gusta el articulo por qué apunta a la insolidaridad propia del español, a sus micro mafias y micro apaños… Lo único que le sobra es la comparación con el alemán, a todos los efectos, un desgraciado.