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La puta soledad

está ahí.

Cuando tus hijos se acurrucan junto a ti en el sofá.
Cuando tus amigos brindan a tu salud.
Cuando tu madre cocina para ti.
Cuando tu hermano llama para preguntar qué tal.
Cuando tu lector se pasa a verte para invitarte a una cerveza.
Cuando el gato ronronea en tu regazo.
Cuando el dinero no llega.
Cuando finges que no te duele nada para poder seguir trabajando.
Cuando se acaba la leña.
Cuando trampeas con los recibos.
Cuando pasas las noches en blanco pensando en las facturas sin pagar.
Cuando ellos, convencidos de que los necesitas, pegan sus carteles electorales.

Una respuesta a «La puta soledad»

Un amigo no encendia la luz para no verle el rostro a Soledad, la mujer que estba dentro, ¿como era Soledad?, no lo se, jamas pude conocerle, solo se que la casa estaba vacia, solo se oia el correr de la brisa de la noche y la voz del hombre que con cesto en el brazo vociferaba aliados hechos con apio fresco (dulce criollo abrillantado con azucar), mi amigo ya estaba mayor, yo tenia como 25 años y este vivia con Soledad, en soledad, a oscuras y hablaba desde el sofa comiendo dulce de apio, amarillo y suave, contaba mi amigo a soledad sobre sus tiempos jovenes, ella jamas le respondio.

Pablo se llemaba mi amigo, su madre habia muerto hacia años, tuvo una viga angustiante y un sofa de cuerpo del color de la tierra, miraba la calle con una sola bombilla que iluminaba la cuadra, ante eran muy ahorrativas las empresas de electricidad.

Pablo gozaba de salud y oia las noticias ¿soledad?, solo contemplaba al hombre que charlaba a solas, pocos muebles tenia su casa, una cama de un metro de ancho, de hierro colado, con una colchoneta, el jergon parecia una hamaca, chillaba cada vez que se acostaba, en la sala solo se veia un viejo sofa, una mesita pequeña, un bombillo, y en la cocina, ah… que cosa una cocina de una sola hornilla, como soledad no sabia cocinar tenia tan solo un pocillo, un plato, una cuchara, un tenero, un cuchillo, una sola silla de madera de cactus con cuero de chivo, sonaba cada vez que se sentaba ya que era muy vieja y las tachuelas se aflojaban, ¿las visitas?, lñas atendia en la acera, adentro no habia nadie, no habia muebles en donde sentarse, asi que mi amigo Pablo poco hablaba y se sentaba a charlar en medio de la soledad.
Chinca C. Salas R-

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