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Hundimiento

por Juan Hopplicher
Fotografía en contexto original:últimasnoticias

Lo mejor que tenía el sector de Ciudad Bolívar donde trabajo era el ambiente vecinal en que se convivía. Aun con una pobreza lacerante, había mucha afabilidad, cooperación y esperanza.

Sin embargo, desde hace dos semanas, han abierto una “olla” (centro de distribución de droga) en una casa cercana. Se nos ha llenado el barrio de yonquis feroces en busca de su dosis. Es una peregrinación constante de esqueletos apestosos que mendigan, roban y ensucian. Y por supuesto traficantes de baja estofa que ofrecen basuco y exhiben armas. Ya no hay vida en las calles y se extiende la desconfianza. Pero sobre todo nos abruma el temor a que niños en situación tan vulnerable caigan en la adicción.

El mañana aquí se ha emponzoñado. Supongo que es lo mismo de siempre: cuando parece que los pobres pueden salir adelante irrumpe casualmente la droga.

Me dicen que si existe una olla es porque han sobornado a la policía. Y que cualquier denuncia nos costará un disparo en la pierna o incluso en la cabeza. La red narco-institucional funciona así.

¿Es lícito prender fuego por la noche a la casa con los traficantes y consumidores dentro?¿O que los vecinos agarren a un par de drogadictos y los ahorquen como aviso a sus pares? Tal vez quien haga eso se condene de todas las maneras posibles, pero desde luego estará dando un futuro al barrio.

2 respuestas a «Hundimiento»

Pavoroso, es ver como esa» peregrinación de esqueletos apestosos», aterra el mundo de los que mas necesitan, de los vulnerables. Pareciera que un gigantesco pié aplasta hasta las utopías. Susana ( una mujer argentina).

Los niños que no se hagan adictos, serán reclutados por el narco.
Y el narco necesita soldados porque es un negocio ilegal.
Si fuera legal, sólo necesitaría trabajadores.
Y no se lucrarían los traficantes de armas, ni los bancos con sede en paraísos fiscales, ni todos los políticos, policías y militares que están en su nómina.

Entiendo que el cuerpo te pida violencia contra los yonquis y pequeños camellos que tienes cerca; pero quizá deberías volver tu punto de mira hacia quienes llevan traje y corbata.

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