por Juan Hopplicher
James es un americano de origen colombiano que se deja ver por Candelaria. Lleva ocho años prófugo del gobierno estadounidense por negarse a pagar impuestos. Aquí sobrevive solo y en la miseria. Ahora me dice que tiene que enfrentarse a un cáncer de próstata con pronóstico funerario. A James le espera agonizar en los albergues de Nueva Santa Fé hasta que lo lleven a expirar en algún hospital público. Luego fosa común.
James me ha marcado mucho. Vine aquí rezumando nomadismo y rebelión, pero veo en James un dibujo de lo que me puede pasar si juego mal mis cartas.
Con él he aprendido que el Cotarro no vence, machaca; hay que tener cuidado. También que por mucho que nos movamos, la muerte va a atraparnos, así que intentemos por lo menos estar a cubierto.
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