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Algunos correos que no te envié: Las arenas, 27 de julio

por Inés Zarza
Fotografía de Santiago García de Leániz Caprile

Maletas y nervios. Pastillas contra la malaria. Visados. Ordenador e impresora. Dejo la maleta de mi hijo preparada en su cuarto. Siento angustia al pensar que el reencuentro será al otro lado del mundo.
A veces me gustaría poder volver a tenerlo dentro, protegido de todo peligro.

Pero: ¿Quién le protegerá de mí?

Bebo y fumo, placeres de mujer platónica.

Hace 33 días que te confesé que aún te amaba.
Dijiste que era complicar las cosas.
Vacío y vértigo comparten la misma inicial.
No sé de dónde sale tanta necesidad de contarme ante ti, que no lo necesitas.
Antes de acostarme, abro el cajón de los secretos con sus cartas y fotos del pasado. Naufragios amarillos, continuidad de recuerdos.

Apenas he dormido un par de horas.
Soñé que estaba en un ascensor, y que de una trampilla salía un enorme gato furioso que me daba un zarpazo.
Al despertar, tenía la mano ensangrentada y un arañazo de unos seis centímetros.
Ficción y realidad.
Son las cuatro de la madrugada. Renuncio al orfidal.
Rumbo al aeropuerto.

(Continuará)

3 respuestas a «Algunos correos que no te envié: Las arenas, 27 de julio»

Bienvenida a bordo una vez más, Inés.
«No sé de dónde sale tanta necesidad de contarme ante ti, que no lo necesitas».
Yo sí lo sé: somos escritoras. El striptease es lo nuestro. Ya lo dijo Gabriel García Márquez en el título de sus memorias: «Vivir para contarla».

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