por Claudio Molinari
La lechuga ha llegado a los 600 euros el kilo. Es momento de finalmente dejar mi apartamento y pasar a vivir en el refugio comunitario. Con un tubito de aluminio, alargo el trozo de lápiz que encontré ayer y me pongo a volcar mis pensamientos. Es un gran cambio esta vida errante. De pronto empiezo a pensar como un neandertal, como una bestia. Pienso en recolectar, en comer, en dormir bajo techo. Sueño con un fuego. Pienso que es mi deber dejar documentados los acontecimientos, para la historia y las nuevas generaciones. Aunque las nuevas generaciones apenas sepan leer y la historia le pertenezca a las cucarachas.
Soy de los que siempre quiere ver el vaso medio lleno. Pero como se me ha roto el único frasco de mayonesa que tenía, ahora bebo de una lata y no puedo ver mucho que digamos. El trueque lo domina todo. Estoy rodeado de personas como el amigo de Primo Levi, aquél que se sentía triunfante al cambiar una camisa por dos huevos. Será que el capitalismo empieza con el hambre. Garabateo estas notas en un papel sucio y las guardo en una bolsa hermética Ziplock1 que cambié por un calcetín. Las páginas que había escrito hasta ahora se las comieron los bichos. Les ha empezado a gustar el menú: papel de primero y memorias de segundo.
2 respuestas a «Cuaderno Ziplock. 1 de abril»
Me encanta… esperemos que no sea profético…
«Papel de primero y memorias de segundo». La gastronomía de la hecatombe.