Categorías
General

A morir se educa

por Robert Lozinski
Fotografía en contexto original: El espectador

paris

Nous n’avont pas peur o “No les tenemos miedo” es el nuevo grito del mundo civilizado frente a los ataques islamistas. Una multitud reunida en una plaza parisina lo estaba repitiendo enfebrecida cuando estallaron unos petardos tirados por unos gamberros que se creían graciosos. La masa humana corrió a esconderse despavorida, pisoteando las velas que acababa de encender y los mensajes que acababa de escribir, todo ello en homenaje a las víctimas del último atentado terrorista.

No sé si lo que tenemos que hacer es sólo eso: enfrentar la barbarie con gritos valientes que no asustan ni a los gatos y menos todavía a un yihadista, para quien matar a cristianos significa garantizarse el lugar prometido en el paraíso.
Después de empezar la guerra con Rusia, los habitantes de la ciudad ukraniana de Lvov se dieron cuenta de que la militzia había desaparecido de las calles. Nadie los protegía del bandidaje que empezaba a controlar la vida urbana. Ninguna autoridad central atendía las solicitudes. Los funcionarios del estado pensaban sólo en cómo conservar sus puestos bajo el régimen que llegara al poder. Y entonces un grupo de hombres y de mujeres de profesiones muy variadas pusieron la base de una Policía Ciudadana. Tienen también su propio lema, que viene respaldado por una actitud adecuada y acciones concretas.

Nosotros, en Europa, tenemos a quien nos protege. Tenemos policías nacionales, gendarmes, servicios de inteligencia e información, servicios de espionaje y de contraespionaje, ejércitos. Tenemos la alianza más fuerte del mundo, la OTAN, pero resulta que no estamos suficientemente protegidos. ¿Por qué? ¿Existen realmente estas estructuras o están desaparecidas igual que la militzia de Lvov?

Los eslóganes, las manifestaciones y las muestras de solidaridad no bastan. Lo que hace falta es una preparación seria de todos nosotros. Nuestros gobiernos envían tropas a los estados islámicos, sí, algunos incluso los bombardean, pero nosotros somos la retaguardia. Tenemos que estar preparados para reaccionar ante casos de respuestas de venganza. Tenemos que saber cómo tirarnos al suelo para dejar de ser un blanco fácil y, si es necesario, hemos de saber tumbar también a la persona que está a nuestro lado, menos preparada o acaso bloqueada por el pánico. Tenemos que aprender a mantener la calma, a usar un arma de fuego o a defendernos de un arma blanca.

Sí, claro. Como somos buenos y pacíficos, hemos abolido la mili obligatoria. Es bastante cara y nos parece demasiado dura para nuestros hijos. Sin embargo, a los niños musulmanes se les acostumbra a aguantar el dolor y el sufrimiento desde muy pequeños. Por eso en nuestro mundo se deberían organizar cursos de autoprotección en colegios, universidades, empresas e instituciones.

En un artículo anterior me refería al incendio que se produjo en un club de Bucarest. Allí estaba un muchacho mejicano que estudia en el colegio donde soy profesor. Se salvó de la asfixia y logró salir a tiempo a la calle porque en México le habían enseñado a cubrirse la cabeza con su cazadora. Todo niño japonés -por poner otro ejemplo- lleva en su mochila un estuche de emergencia. Me van a decir que en Europa no tenemos terremotos como los del Japón. Sí, eso es verdad. ¡Pero tenemos terroristas! El otro día en la televisión francesa una señora explicaba que la mejor terapia para superar la ansiedad y el miedo es no olvidar que la vida continúa, y remató con la tontería de siempre, tan europea: dos cajas de cigarrillos diarias matan más que los accidentes de tráfico o el terrorismo.

En la desaparecida Unión Soviética teníamos clases de preparación militar. Nos enseñaban a montar y a desmontar un Kalash, a disparar con la pistola Makarov, a lanzar una granada. Hacíamos ejercicios tácticos en campamentos donde simulábamos combates, explosiones de proyectiles, ataques y defensas. Tal vez deberíamos pensar en algo parecido también en la Unión Europea. No creo que me equivoque al suponer que en este mismo momento cientos de jóvenes islamistas reciben instrucción específica para venir a matarnos.

A morir se educa Sólo así se puede sobrevivir o, si nos toca, no morir cagados de miedo.

—-
Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena

6 respuestas a «A morir se educa»

Montar y desmontar un rifle de asalto puede ser entretenido, pero si en lugar de eso os hubieran enseñado a montar empresas a lo mejor la URSS habría tenido alguna oportunidad de ganar la guerra fría.
(Aprovecho para recomendar la última película de Spileberg sobre le intercambio de espías y la defensa de los derechos constitucionales de la Democracia).

Nunca he alabado el modelo soviético. Al contrario, critiqué en primer lugar la prohibición de la iniciativa privada que nos hizo ineptos para el mercado competitivo que para mí no sólo son empresas o compañías sino que significa no esperar comodidades que el sistema pudiera ofrecerte (bastante mediocres, por cierto, he aclarado ese aspecto en otros artículos). Creo en la libertad de acción y en las satisfacciones que puede traerte, a condición de que no te deslomes trabajando por un miserable puñado de euros. Aún así la prefiero y bajo ningún concepto volvería a aquella especie de campo de concentración. Estoy preparando un material sobre esto ahora. En cuanto a la guerra fría, tamaña aberración política -o geopolítica- no habría habido si en la URSS hubieran existido empresas privadas y mercado libre. Destruir el modelo soviético fue el objetivo de los EEUU. No debía haber comunismo en ninguna parte del mundo. El modelo a seguir era el estadounidense, sin sindicatos y con total precariedad laboral. Lo de montar y desmontar un Kalash no era para divertirse sino para tener un ejército numeroso en caso de agresión. ¿Por qué en los EEUU es libre la venta de armas? En caso de guerra el gobierno contará con un populacho al cien por cien armado para defender aquel modelo de vida.

Pues yo estoy bastante de acuerdo con Robert. Además, saber manejar un arma no es incompatible con la creación de empresas. Aquí hasta hace no mucho había mili obligatoria y teníamos empresas.

Hebéis seguido, supongo, la noticia sobre el puñetazo a Mariano Rajoy. No hay que buscar un ejemplo más claro de lo que somos todos y de lo que es Europa en su conjunto: un espacio totalmente inseguro. Que algo así haya podido ocurrirle a un presidente de gobierno, rodeado de gurdaespaldas, un puñetazo limpio en pleno rostro dado por un menor de edad descerebrado que si hubiera deseado hubiera podido clavarle en la sien la hoja entera de un estoque es inconcebible, vergonzoso y demuestra una vez más lo idiotas que somos. Estamos tan acostumbrados a la paz que no se nos ocurre que podría haber guerra. Y lo peor de todo es que uno de los jefes de la seguridad, al ser preguntado sobre el incidente, declarara que sería un error dudar de la competencia del cuerpo de vigilancia del presidente. ¡DImisión inmediata de todos en bloque! Me pregunto como se habría sentido Rajoy, que esos días parecía más un anciano indefenso, al tener que disculpar públicamente la ineptitud de su gente que recibe por ese cachondeo de trabajo unos sueldos de espanto.. El colmo es que haya bastantes a quienes la noticia les haya caído de puta madre. El problema no es Rajoy, ni el candidato socialista ni ningún otro político que nos cae bien o mal. El problema es que no tomamos en serio cosas tan graves como nuestra propia integridad física. Por eso me pregunto en mi artículo si la OTAN, las policías nacionales, los gendarmes, los servicios de inteligencia existen o están desaparecidos igual que los guardaespaldas de Rajoy.

Es tarde ya para buscar soluciones. Somos víctimas de la ideología imperante: la corrección política. Los imbéciles que la inventaron y los imbéciles que se la tragaron nos han metido a todos en este lío. Antes que aprender a usar un arma había que haber aprendido a usar el sentido crítico.

Y no seáis ingenuos: en USA todo quisque està armado y tienen una poblaciòn musulmana mucho menor que en Europa. Lo cual no impide que haya atentados igual que aquí. A medio plazo, el único desenlace plausible es el totalitarismo. O el de los que se defienden… o el de los que atacan. Entre el clavel y la rosa, su Majestad escoja.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *