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Diarios neerlandeses, 19

por Claudio Molinari Dassatti

19

Bélgica y Holanda no quedan exentas. También tienen su cuota de xenofobia, pero son países que conozco menos y por tanto me resultan difíciles de analizar y contrastar. Pero si hay algo que con el tiempo he aprendido a aceptar es que a los seres humanos nos cuesta admitir nuestra maldad, nuestra sombra, nuestro lado oscuro de la luna.

Pocos ansían penetrar en sus miserias y aun menos en los recovecos putrefactos que propician esas miserias. La sombra, esa decepción honda de la humanidad y por tanto de uno mismo, es uno de los temas más elusivos para el hombre. Se hace fácil quejarse de un vecino, de un ex socio, de la esposa, del entorno. Pero no lo es tanto sentirse parte de una especie cruel y destructiva, cruel y autodestructiva, como la nuestra. Una especie que ha desarrollado la mente pero no el motor que la propulsa, y una tecnología que nos aleja cada vez más del daño que producimos.

Si en el pasado la religión intentaba subsanar la enfermedad humana, ahora lo hace la información. Es decir, hemos cambiado una ficción por otra. Se ha dicho que somos un cáncer, pero en realidad somos un enfermo que no quiere mirar su tumor a la cara. Será por eso que Schopenhauer y Cioran destacaron en el panorama filosófico. Será por eso que Javier, el marido de de Yamila, se niega a leer ficción. Eso sí, consume mucha cocina vietnamita.


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