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Diarios neerlandeses, 3

por Claudio Molinari Dassatti

3

En París, nos hospedamos en casa de mi amiga Camille. Su apartamento era una caja de zapatos, seguramente costosa. Sin embargo, fue muy amable y se marchó a pasar la noche a casa de su novio, un profesor de facultad que se había convertido en estrella del porno. Tiempo antes, otra compañera de piso francesa me había presentado a un novio: un ex francotirador del ejército israelí devenido vendedor de diamantes.

Lo que me recuerda a una amiga chilena que se había dedicado a vender diamantes en París. Esta me contó que fue invitada a una fiesta en el 16ème Arrondissement, organizada por un empresario peruano del sector de la salud. Cuando ella le preguntó cuál era su especialidad, él dio un sorbo a su champán y respondió:

-Órganos.

Cerca de allí por lo visto, también vivían varios ex dictadores africanos. París sin duda es la Ciudad Luz. Nuestro apartamento, que desde luego no se encontraba en el 16ème y cuya ubicación por supuesto no recuerdo, estaba situado en un barrio humilde de tiendas cuyos patrones y clientela eran casi todos todos árabes. En aquellos años aún no existían el miedo y el rechazo generalizado al morisco, por entonces a los árabes solo les ponía de mal humor la mención del antiguo conflicto colonial en Argelia, la ocupación de Palestina y la reciente Guerra del Golfo.

Qué bueno es saber que todo siempre puede cambiar para mejor.


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