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los ricos

por Marisol Oviaño
Fotografía en contexto original: DailyMail

ricos

Soy un bicho raro.
Estoy tumbada en el sofá mandeando, y recalo en uno de esos programas en los que un reportero se pasea por Ibiza mostrando las mansiones y los carísimos hoteles en los que se alojan los multimillonarios. Y a pesar de que hace nueve años que no puedo permitirme unas buenas vacaciones, no siento ni frío ni calor.

El lujo no me provoca ni un mal pensamiento. Al contrario, siempre he sentido una profunda lástima por quienes pasean por los puertos deportivos envidiando esos yates que nunca tendrán, suspiran frente a esos chaletazos a los que jamás serán invitados o se arraciman alrededor del Ferrari que está aparcado a la puerta de ese restaurante de tres estrellas Michelin en el que jamás comerán.

A veces, cuando salgo corriendo al banco para pagar un recibo justo antes de que me corten la luz, me digo que en el fondo es una bendición que no añore la época en la que el dinero no era una preocupación. No negaré que me vendría de perlas ingresar mil euritos más al mes y dejar de dedicar tanto tiempo a la ingeniería financiera con la que consigo -y no siempre- llegar a fin de mes. Pero si en vez de mil fueran seis mil, no me lo gastaría en comprarme un Mercedes, ropa de Loewe, joyas o viajes a las islas Seychelles; sino en llevar a cabo proyectos que ahora no puedo realizar por falta de presupuesto, en producir.

Hace unos años, Miguel Pérez de Lema me comentó que un periódico de tirada nacional le había encargado un reportaje sobre los hombres más ricos de España, y que durante la investigación había descubierto que, salvo contadas excepciones –Ortega y poco más-, la mayoría eran ricos herederos más vagos que una piedra que en lugar de invertir su dinero en montar empresas y crear puestos de trabajo, lo utilizaban para permitirse todo tipo de excesos sin dar palo al agua.

Triste país éste en el que a muchos se les llena la boca hablando contra los empresarios –que no suelen ser los que se reúnen con Rajoy- y, sin embargo, se cambiarían sin dudarlo por cualquiera de esos ricos inútiles cuyas vidas ensalzan las revistas y los programas del corazón.

Una respuesta a «los ricos»

Muchas veces pasa que no llegan a los primeros puestos del ranking de ricos los que más arriesgan y los que más trabajan, porque el trabajo y el riesgo no siempre tienen recompensa y ganancias económicas. Otra cosa es que nos repitan lo contrario por si nos lo creemos. Además de que existen las «rachas » y las «crisis» que descapitalizan al más pintado… Mientras que un rentista con ojo financiero ni se despeina. Visto con estos ojitos que se ha de comer la tierra.

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