por Juan Hopplicher
Fotografía en contexto original: galeon
La Ventilla fue el extrarradio de Madrid, la zona de chabolas y gitanos, drogas y marginalidad.
Hoy es un barrio sin alma donde la mayoría de los inmuebles son más jóvenes que sus habitantes. Derribaron todo, pero lo que construyeron en su lugar no es más bonito ni más prometedor. De hecho, toda la nueva vivienda tiene aire de transitoriedad, con sus ladrillos sin cubrir y sus fachadas en serie; es como si no fuera necesario disimular las costuras de los edificios, ya que en un lustro se volverán a demoler.
La Ventilla es hoy el palimpsesto de los especuladores.
No amo especialmente a este barrio, no desde luego sus calles tristes ni sus paisajes lúgubres. Me quedo por pereza y porque no quiero pagar impuestos si vendo mi apartamento. Y también porque gracias al suburbano está todo cerca y aquí solo duermo.
Sin embargo, unas carambolas y algo de inercia, y ahora soy el representante del Partido en el barrio. La cosa ha cambiado, y llevo semanas contactando con vecinos y asociaciones, empapándome de barrio.
Cada vecino es una demanda y una lucha. Y muchos confían en mí, en el relevo generacional que represento y que suponemos los partidos emergentes. Una vez más, como en Colombia, me he implicado -o me han implicado, poco importa ya.
En tres semanas, salvo desastres naturales, tendremos representación en la Junta Municipal. Ya no serán tiempos de rumiar anatemas, sino de actuar políticamente. Da vértigo cómo están cambiando las cosas en España, y en mi propia vida.
En principal problema en el barrio es el Paseo de la Dirección, calle abandonada y ajada en cuyas riberas hay infraviviendas. Una estampa tercermundista a doscientos metros de las Torres de Chamartín. Los compañeros estamos preparando ya las docenas de proposiciones y planes que vamos a presentar para ayudar a sus habitantes.
El problema es que la zona está en deterioro por intereses conjuntos de las constructoras y el Ayuntamiento. Meter ahí las manos es sacudir un avispero, enfrentarse a hombres poderosos y malos. Cuando le comenté el otro día a un comerciante amigo de la zona que preparábamos propuestas de mejoras de la calle, me dijo, sin atisbo de ironía, que eso estaba muy bien, pero que lamentaba que entonces no podía dejar que nos vieran más juntos.
(El argumento, algo desalentador, sin embargo lleva la confianza implícita del comerciante de que yo no me voy a vender ni a claudicar, lo que sí me anima a seguir).
La vorágine que se avecina tras las elecciones me aterra y cautiva.
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3 respuestas a «Avisperos»
Amigo Juan, comprendo muy bien tu decisión de pasar a la acción política. Hace unos años (antes del 15M) harto de ser un indignado de salón, me integré en una emergente UPyD dispuesto a luchar por el fín del bipartidismo corrupto. En un par de meses me convertí en el portavoz del grupo en mi municipio. Entonces tuve ocasión de constatar que los partidos políticos son como los restaurantes: no comerías en ellos después de haber visitado su cocina.
Sólo dos meses después me dí de baja en el partido tras comprobar lo que siempre había sabido: la política no es otra cosa que la lucha por el poder y todo lo demás es demagogia.
Te deseo sinceramente que tu experiencia contradiga la mía y en tal caso, te agradecería que me lo hicieras saber. Saludos cordiales.
Gracias Antonio. Yo no tengo idealizado al Partido, y me limito a pensar que está menos putrefacto que el PPSoe.
De momento mi experiencia contradice a la tuya.
Seguiremos informando.
Por cierto, he leído que Botella, a pocas semanas de dejar la alcaldía, ha licitado las obras del Paseo de la Dirección a una gran constructora…