Minutos musicales: Manel y la consigna de APM

Miguel Pérez de Lema

El fenómeno Manel ha cogido a casi todo el mundo con el pie cambiado. Sabido es que en 2011 su disco fue el más vendido en España, o en el Estado español, como quieras. Y que son muy buenos. Eso es todo lo que hace falta saber.

A uno y otro lado del Ebro se ha especulado con el significado del éxito de Manel, y su encaje en la «Situación de la política nacional» y lo único que ha quedado claro es que a la gente le gusta Manel, no porque cante en catalán ni a pesar de que cante en catalán, sino porque sus canciones son buenísimas.

En APM, el mejor programa de televisión de España, o del Estado español, tú mismo, de TV3, sale el el estribillo de la canción de Manel, «El Miquel i l´Olga tornen» en el corte del programa para la publicidad.

Son sólo unos segundos, pero lo que era un estribillo lírico de una preciosa canción, se convierte en una declaración política que resume la consigna pro referendum: «I sembla tan clar que ens equivoquem com que ho anem a fer».

APM no es cualquier cosa. Es la punta de lanza de la agitación y propaganda independentista, afilada con los mayores talentos de la industria, que combina genial y un poco diabólicamente la risa con el mensaje oportuno donde lo español es siempre motivo de escarnio, brutal, soez y desdentado (los retales sacados de Canal Sur ayudan mucho) y donde lo genuino catalán es lo superior y condescendiente.

A eso añaden en casi todas las emisiones al menos un espacio de exaltación pro consulta independentista directo en el que se sigue la consigna del poder político que domina la cadena pública: la consulta se va a hacer y al que se oponga estacazo.

Las consignas pro referéndum han viciado el aire de una forma tan completa que se ha creado la sensación de que convocar una consulta ilegal es lo normal y estar en contra de lo ilegal es una anormalidad, o un crimen. Y así, cada día, cada informativo, cada entrevista, desde la batería mediática pública independetista, que es más poderosa, y extensa que la de cualquier país comunista.

Si finalmente se hacen cumplir las leyes y se anula la consulta, el catalán se sentirá como mínimo profundamente extrañado, cuando no vejado. Y ese es el daño mínimo y seguro que se va a deducir de todo este enjuague. Desde una institución del Estado, como es un parlamento regional, se habrá convencido a la población de que el cumplimiento de las leyes es una anormalidad. Que es optativo. Y que si no te gusta pagar un peaje, no lo pagas, como ya se alentó a hacer. Todo depende de cómo te sientas. Es divertido, pero parece peligroso.

Como dice uno de los cortes más graciosos de APM: «se va a ver en un follón que no sabe ni dónde se ha metío»

http://www.youtube.com/watch?v=mWXZ6Z07e8M