por Marisol Oviaño
Es de noche.
Llueve.
De vez en cuando el viento alborota las hojas de los árboles, que mojadas tocan otra música.
Escribo en la terraza, hechizada por el sonido de la lluvia. Tan gallego él. Me retrotrae a emociones de ancestros que no conocí pero que de alguna manera, y sin yo trabajarlo, laten desde siempre en mí. Unos serán gallegos, otros asturianos, otros abulenses, algunos puede –a juzgar por uno de mis apellidos- que incluso madrileños y judíos.
A fin de cuentas, todos estamos hechos de los retales de otros que vivieron antes. A algunos los conocemos. A otros los conocimos. De aquellos hemos oído hablar. Y de la gran mayoría lo ignoramos todo.
Pero, como todos ellos, algún día también acabaremos siendo un retal en el patchwork de otro.