La literatura es como la malicia de mis ojos o mi risa redonda (Verónica Dans dixit), algo que está conmigo de manera intrínseca y natural y que, como el viento que mete sus dedos entre mi pelo, no depende de mí. Lo único que puedo hacer cuando acaricia mi nuca es agachar la cabeza y ponerme a escribir.
Para el señor Triumph, sin embargo, la literatura es ceremonia y ritos, una religión que hay que cultivar. El otro día me mandó un guasap: “¿Quedamos esta noche, sobre las 8:30 para tomar algo? Ha muerto García Márquez”. Sonreí cómplice imaginando cómo se habría preparado para la ocasión: seguro que había estado picoteando las obras del colombiano en la biblioteca perimetral de su magnífica casa de líneas bauhaus. Nada iba a librarme de una conferencia sobre el realismo mágico.
Algunas horas más tarde estábamos en Babel , él ya había desarrollado el tema García Márquez, y yo, ninfulana literaria que no venera a los grandes maestros como se debe, ya había dicho que la muerte de Gabo me había metido en el cuerpo unas ganas terribles de leer “Conversación en la catedral”, de Vargas Llosa.
Y de repente, mientras dábamos cuenta de una exquisita pata de pulpo a la parrilla y una deliciosas y amargas cervezas veraniegas de La virgen , me miró como si le doliera mucho lo que iba a decirme y me preguntó:
– ¿Por qué ya no me mandas el boletín del blog?
– No se lo he mandado a nadie desde hace meses, creo, no he tenido tiempo de prepararlo.
– Pero deberías hacerlo, a mí me encanta leerlo.
– Pues entra en el blog y léenos –contesté encogiéndome de hombros, insensible a las necesidades de su corazoncito mitómano.
– No –zanjó, cabezota y tajante-. A mí me gusta que me lo mandes.
No es el único que insiste en que envíe el boletín. Otros, cuando les digo que no hace falta que esperen a recibirlo y que pueden leer los artículos en el blog, contestan: “No es lo mismo”.
Y tienen razón.
A un lado están los que han entrado aquí por error, buscando fotos de “coños depilados”; y también quienes lo han hecho tecleando en Google «montoro cabrón» o educación y libertad , o el nombre de cualquiera de nosotros o, simple y sencillamente, Proscritosblog.
Al otro lado, están quienes reciben el boletín en su correo.
Esos que se sienten especiales cuando nuestro santo y seña palpita en su buzón de entrada. Que esperan a estar a solas para disfrutar de nuestras sibilinas palabras. Que se preparan una copa antes de sentarse a leernos. Que se reservan para nosotros como quien se reserva para el postre.
Son nuestros lectores VIPS, miembros de un selecto club clandestino en el que no entra cualquiera.
El señor Triumph tiene razón: no podemos tratar a quienes han llegado a nosotros por amor a la literatura como a quienes han pasado por aquí por error, buscando material para pajearse.
Quién sabe si alguno de los amigos proscritos de hoy no será el Bolaño que escriba la historia de Proscritos mañana.
4 respuestas a «mitos literarios»
Bueno, responder y especular con la cuestión final del artículo siempre será muy divertido, aqui, o en cualquier grupo.
Ehhh!!!! Que los que entramos por error o por casualidad también somos respetables y quien sabe si en un futuro también amigos o fieles lectores ;P
No aspiro a ser VIP. No nostalgio los boletines. A fin de cuentas siempre llegaban tarde. Quiero decir. Nunca necesité que salierais a buscarme, ya me encargaba yo de ir al encuentro. Ya digo que no aspiro al grupo selecto. Con la asiduidad silenciosa me alcanza.
Entonces eres un lector TOP, que diría Mourinho 😉