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libros proscritos (construyendo, 14)

por Marisol Oviaño
Imagen en contexto original: <a href="http://elbarcoceltibero.mundoforo.com/image-vp38849.html el barco celtíbero

vietnamita

Llevamos años produciendo a destajo.
En nuestro almacén virtual hay pasillos y pasillos de estanterías atestadas. En tanto tiempo, hemos conseguido productos intrascendentes, e incluso malos, que nunca verán la luz; pero también productos brillantes y singulares que deberían abandonar la oscuridad y expandirse por el mundo. Palabras que son leídas hoy y que tendrían que ser leídas dentro de cincuenta, cien, doscientos años, para que nuestros tataranietos puedan comprender el camino recorrido.

De vez en cuando doy una vuelta por los inmensos pasillos, en los que seguimos apilando el resultado de nuestro trabajo. Y me alegro de que no cultivemos manzanas, sino palabra imperecedera que, como el vino, revela su naturaleza con el tiempo. En los últimos 10 años algunas palabras se han ido avinagrando, y ya sólo sirven para aliñar la ensalada de internet. Pero otras se han ido asentando con el tiempo y se han ganado la inmortalidad del papel.

“El papel ha muerto”, me dijo un alumno el otro día señalando su tablet.
Pero el papel será lo único que sobreviva cuando se apague todo lo demás.
El papel será el único formato para el que no necesitarás máquinas, luz eléctrica ni lo último en software: dinero.

Miguel Pérez de Lema dice que el sistema acabará discriminando a los individuos a través de la tecnología: quien no pueda acceder al último sistema operativo, quedará excluido de la sociedad. También sabemos que las máquinas acabarán dejando sin trabajo a la mitad de nosotros, y que el mundo se dividirá en dos clases: la élite y los esclavos. Probablemente a estos últimos se les permitirá el acceso a una internet gratuita y controlada que cumplirá una función de entretenimiento, una red en la que al poder le resulte muy fácil hacer desaparecer a los disidentes sin dejar rastro. (¿Estoy hablando de futuro o de lo que ya sucede hoy?). Entonces, el papel será la única vía por la que que los oprimidos por el sistema puedan acceder al conocimiento.

Por eso insisto en el anacronismo de querer editar en papel. Sin embargo, nunca sobra un puñado de euros para ir a la imprenta. Si un mes llegamos a final de mes con un superávit de 100 euros, hay que invertirlo en los recibos que se dejaron de pagar el mes anterior.

Y el otro día me di cuenta de que, aunque a día 20 sólo me quedaban 10 euros para acabar el mes, tenía una impresora, un cartucho de tóner nuevo y otro de repuesto, y un paquete nuevecito de 500 DINA4.

No me lo pensé dos veces. Maqueté –malamente, la maquetación no es lo mío-, un texto de 16 páginas, lo imprimí, hice la portada con una cartulina. Me gustó tanto el resultado (un librillo-facsímil que se podía vender por poco dinero), que hice 20 ejemplares. Vendí la mitad la primera semana, y con el dinero compré una grapadora especial para grapar revistas y folletos abiertos. Llamé a Miguel y le pedí que me mandara una pequeña selección de textos escogidos. El librillo que hay bajo estas líneas, es el primer volumen de “Vidas de escritores”, que hará las delicias de cualquier aficionado a la literatura y las extrañas (y muchas veces, patéticas) biografías de los escritores.

foto libro miguel

Esta semana saqué varias cosas del almacén e imprimí tres librillos más. Mi hijo Alejandro los fue grapando y numerando a mano. La idea es sacar varios títulos al año, que sean algo así como coleccionables. Si la cosa tiene éxito, los encargaremos a una imprenta –que los últimos 50 céntimos se los lleve otro, el dinero debe moverse-. Entonces los libros estarán mejor editados, pero dentro de unos años tendrán mucho más valor estos librillos-facsímiles cuasi artesanos.

– Para el lector es una gran inversión -me dice Miguel-. Imagínate que después uno de nosotros mata a Kennedy: el lector podrá vender por miles de euros el ejemplar que le costó tres monedas.

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(Todavía no los vendemos por Internet porque no he calculado los gastos de envío. Todo se andará).

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Si quieres leer todos los artículos de esta serie: Construyendo

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