por hijadecristalero
Fotografía en contexto original: taringa
Se aproxima el invierno: hace semanas que el gato dejó de perder pelo. Ahora tiene un magnífico abrigo que lo protegerá del frío.
Quién fuera gato.
No nos levantaríamos pensando en el enemigo, ése que se frota las manos cada vez que llega una ola de frío siberiano; ese que, con la connivencia de los políticos, se las ha ingeniado para quitar el sueño a muchos españoles.
Para mis padres, que venían de la clase baja, la calefacción fue un lujo que conocieron ya de adultos. Pero nunca les quitó el sueño, no era una cantidad importante. Un par de veces al año llegaba un camión con carbón que pagaban entre todos los vecinos. Y en la factura sólo ponía: Carbón, x pesetas.
Para mi generación, que nació en la clase media, la calefacción era algo en lo que ni siquiera se pensaba: la había en todas partes. En casa, en el colegio, en El Corte Inglés ¿os acordáis que gusto daba traspasar su entrada de cortinas de aire caliente? No sé si las siguen teniendo, hace muchos años que no pongo los pies en uno.
Ahora, pagar la calefacción se ha convertido en un problema. Yo no la encendiendo hasta que empieza el frío de verdad –este año, todavía no lo he hecho- y siempre la pongo a 15º, 17º los festivos que estamos todos en casa. Y aun así, pago un mínimo de 200 euros en cada recibo.
Sé que no soy la única española que reza para que salga el sol y caliente un poco la casa, en casi todas las familias que conozco la calefacción se pone con cuentagotas o, directamente, no se pone. Y aun así no dejan de inflar las tarifas, ya sean las de consumo o, lo que es peor, las fijas: para que incluso si te quedas todo el invierno en la cama bajo siete mantas, tengas que pagar.
Políticos y grandes corporaciones están acabando con la clase media. Y las únicas medidas de acción que se nos ocurren son: apagar la luz un viernes a las 10 de la noche (para fastidiar bien a los hosteleros, por ejemplo), o asociarnos para hacer una subasta. (El tema ha salido rana).
Nada de eso toca la línea de flotación de quienes cada día dan una vuelta más al torniquete. Pero ¿alguien sabe qué pasaría si todos nos pusiéramos de acuerdo para dejar de pagar los recibos durante dos meses?
Una respuesta a «¿qué pasaría si todos dejáramos de pagar los recibos?»
Otra bonita pregunta retórica para añadir a mi colección:
¿Qué pasaría si todos dejásemos de pagar los préstamos de los bancos?
¿Qué pasaría si todos dejásemos de pagar los impuestos?
¿Qué pasaría si todos dejásemos de votar?
Pues que habríamos hecho la mayor y más civilizada revolución de la historia, desde casa, en pantuflas y sin pegar un tiro ni un grito siquiera.
El problema está en cómo ponernos de acuerdo…y me temo que va a ser que no.