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Hombres de los que aprender

por Marisol Oviaño
Mural de Joaquín Vaquero Palacios y Joaquín Vaquero Turcios
Ilustración en contexto original: arqueologíaypatrimonioindustrial
hombres de los que aprender

Llevo meses trabajando en la autobiografía que el señor Eme quiere dejar a sus nietos, y en muchos pasajes tengo la sensación de estar leyendo la vida de mi padre. Ambos tuvieron una infancia pobre en la que los recuerdos más felices van siempre asociados a algún atracón: aquel día que se comieron trescientos gramos de mortadela de una sentada, o la noche que su padre volvió con un pollo y dos kilos de patatas, o la tarde que se merendaron una sandía de 15 quilos…

Los dos se desarrollaron profesionalmente en el ámbito de la construcción. El señor Eme estudió una ingeniería y mi padre, hijo de anarquistas, sólo fue a la escuela los días que llovía. Pero los dos empezaron desde abajo, tenían ambición y talento, amaban su trabajo y llegaron a lo más alto. Ganaron mucho dinero, supieron no gastarlo a lo loco y dejarán algo más que buenos recuerdos a sus hijos, pues además son hombres de familia.

Haciendo la corrección de estilo de la autobiografía de el señor Eme, me digo que su libro debería ser de lectura obligatoria en las facultades de ingeniería y en las de administración de empresas. Incluso en las de historia. Y, si me apuras, casi diría que debe leerse en bachillerato.

En los años 40, la familia del señor Eme emigró de Andalucía a Cataluña. Llegaron allí sin nada: en el tren les habían robado todas sus pertenencias, que llevaban dentro de un colchón enrollado. Mi cliente nació en Andalucía, creció en Cataluña y, finalmente, vino a Madrid, que es donde han nacido sus nietos. Su vida es un viaje por la historia de España.

También es un recorrido por sesenta años de industria en nuestro país. Su trabajo es el hilo vertebrador de su relato y el señor Eme vuelca en él toda su experiencia. Corrigiéndolo he aprendido mucho sobre la importancia de los equipos humanos y de la división del trabajo, sobre la complejidad de las relaciones humanas y sobre por qué siempre hace falta un líder.

El señor eme ha formado parte de grandes proyectos de ingeniería y ha bregado con obreros y comerciales, con directores generales y sindicalistas, con gente del Opus y con grandes vividores; con mexicanos, hondureños, marroquíes… Ha trabajado en las presas que inauguraba Franco, ha diseñado y dirigido proyectos de fábricas de cemento, ha reflotado y dirigido factorías de cerámica y gres, ha dirigido obras faraónicas en otros países, a los que además también iba en comisión comercial.

Su autobiografía es la historia de la lucha de un hombre que tuvo éxito –no exento de dolor, siempre hay dolor- porque aprendía de sus errores y no se arredraba ante las responsabilidades.
Es la vida contada a pie de obra.

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