por Marisol Oviaño
Ilustración de Gabriel Moreno en EX7
Últimamente no tengo ganas de escribir. Algunas noches lo intento, para cumplir mi compromiso proscrito. Pero como lo que garrapateo en la pantalla no acaba de convencerme, lo archivo en el borrador o, directamente, lo envío a la papelera.
Debería aprovechar esta desidia creativa para dar la última vuelta a dos libros que tengo prácticamente acabados. Pero tampoco tengo ganas de leerme. No me reconozco.
Algunos de mis alumnos sufren de pánico a la página en blanco. Yo siempre lo he sufrido al revés: ver una superficie blanca y entrarme ganas de escribir algo en ella, era todo uno.
Ahora no toca.
Tampoco me preocupa.
Lejos de angustiarme, me observo a mí misma como si pudiera desdoblarme y observar esta apatía literaria con curiosidad de entomólogo. Escribir me ha definido siempre, cuando no escribo soy un escarabajo pelotero sin pelota de detritus.
Si no volviera a escribir una línea, tendría que borrar todos mis programas vitales y resetear todo el sistema. Hasta que yo misma fuera una página en blanco.
3 respuestas a «identidad»
Hasta cuando no escribes, da gusto leerte
Son sólo rachas, Marisol. La inspiración es como el viento: voluble.
No es tiempo perdido el que no encuentra.