por Juan Hoppichler (desde Bogotá)
Camino por el Extremo Sur hacia el paradero del Transmilenio cuando tres jóvenes con pinta de pandilleros se me abalanzan sorpresivamente. Yo ya me doy por atracado, pero resulta que son antiguos alumnos de la Fundación que en tres años han crecido desorbitadamente, de ahí que no los reconociera a primera y fugaz vista. Ellos me abrazan alegres, ríen y recuerdan chistes que yo les contaba.
Me explican que van al Transmileno porque quieren ir juiciosos al centro a dejar hojas de vida.
Como el día lo tengo más o menos libre, les acompaño.
Nos pasamos el día visitando empresas, oficinas y negocios. Al final terminamos todos con la misma sensación de tiempo perdido. Tres veces nos dijeron abiertamente que con las manos y las muñecas tatuadas no contrataban a nadie. Lo demás fueron recepciones laxas de los papeles, chequeando con gesto de desaprobación su aspecto barrial, con un “ya les llamaremos” que claramente significaba “nunca les llamaremos”.
Reconozco que no me enfadé con las personas que tratamos, sino con los chicos. No entiendo qué necesidad tiene la gente del estrato uno de marcarse como estrato uno. Eso de tatuarse símbolos charros en las manos, lucir camisetas deportivas, las gorras hiphoperas, collares de chatarrería…Es como si la identidad del Extremo Sur fuera ser una caricatura de la MTV. Son corsés que limitan la movilidad social -única salida que individualmente tienen estos chicos, una vez que sabemos que a la era de acuario pasó de largo en el sector.
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2 respuestas a «Sin futuro»
Probablemente será un círculo vicioso: tal vez en el estrato 1 sólo puedan sobrevivir si muestran su pertenencia a él (o alguna banda), y para ello tengan que tatuarse y adoptar un determinado aspecto que es como un salvoconducto en el infierno y una barrera que les impide entrar en el «paraíso».
Sì y no. Tambièn hay muchos chicos normales, que viven tranquilamente acà sin necesidad de parecer una caricatura. Son, supongo, los que aspiran a salir del barrio, no a ser los reyes del mismo.
Abrazos bogotanos,