Los jóvenes pasan muchas horas al día guasapeando, tuiteando y contando su vida en Facebook o Tuenti; es decir: leyendo y escribiendo. Pocos leen libros, cierto. Pero esto no es nuevo: en mi clase éramos cuarenta y sólo tres o cuatro leíamos habitualmente, los demás sólo leían por obligación. Que los jóvenes no lean no es una consecuencia de la tecnología, al contrario: la Red pone a su disposición miles de libros a los que nosotros no podíamos acceder. Y ellos no sienten ninguna nostalgia del papel: encuentran natural leer en la pantalla.
¿Es culpa de la tecnología que se hayan acostumbrado al pensamiento sincrético y tengan dificultades para desarrollar una idea? Probablemente. Pero también es responsabilidad de los planes educativos. En ellos siempre hay Lengua, invariablemente asociada a la Literatura; y se obliga a los alumnos a leer pestiños como La Celestina, pero no se les enseña a manejar el lenguaje como lo que es: una herramienta de pensamiento y comunicación, un arma que les será útil en todos los ámbitos de su vida. Y eso acaba desembocando en el absurdo de que, a trancas y barrancas, todos nuestros chicos han leído tragicomedias del siglo de Oro; pero muchos no son capaces de acabar una frase ni cuando hablan.
El problema no es baladí, porque vivimos en la sociedad de la información. Y muchos docentes universitarios, que son quienes forman a los futuros profesionales, consideran que el asunto es de emergencia nacional, como ilustra este artículo de El país.
Quizá por eso el Ayuntamiento de Torrelodones se haya interesado por nuestro curso ¡COMUNÍCATE! Estrategias de redacción eficaz para estudiantes, y nos haya brindado la oportunidad de impartirlo en la Casa de Cultura.
3 respuestas a «¡comunícate!»
Enhorabuena, pero La Celestina no es ningún pestiño, sino una de las obras cumbre de la literatura en español. Lo que es un pestiño en todo caso es el Quijote. En cuanto al nivel cultural a que hemos llegado, hoy he pasado por una calle que se llamaba:
Calle Rafael Alberti (poeta)
Vete tú a cualquier pueblo de Francia a inaugurar, por ejemplo, la calle «Arthur Rimbaud (poeta)» y a ver dónde te escondes cuando empiecen a chotearse de ti.
Buenos días.
En el artículo de Marisol se hacen una serie de afirmaciones y de sugerencias que me gustaría comentar y complementar.
En primer lugar el uso de la tecnología audio visual desde la infancia -antes de que otros hábitos intelectuales estén incorporados al equipaje de ese ser humano– es, con mucha seguridad, perjudicial.
Sin la menor duda destroza la capacidad de generar y lidiar con el pensamiento abstracto y, por consiguiente, la de producir conocimiento real, no anecdótico. Hay literatura sobre este fenómeno pero uno de los primeros que recuerdo es…»La desaparición de la niñez» de Neil Postman en 1982. Hay edición en español pero probablemente «proscrita» por el sistema al que no entusiasma que se limiten las dependencias del personal.
Escribir es esencialmente cuestion de saber pensar. Pensar es un esfuerzo. A veces duele y, naturalmente, hacemos lo imposible por evitarlo.
Hoy la enseñanza escolar de Matemáticas no obliga a aprender Demostraciones. Pretende que se capten instintivamente. (La verdad es que muchos profesores tampoco las aprendieron).
Una Demostración es una forma de pensar que nos permite descubrir por nosotros mismos un teorema (una verdad o una ley) sin más recursos que nuestra propia mente y el esfuerzo. El pensamiento autónomo no es fomentado por nuestra sociedad. Es mejor una masa «wired» y emocional.
Las matemáticas también son muy importantes para aprender a pensar. Y, como dice Marisol, para poder escribir hay que organizar las ideas y pensar. Trivium y Quadrivium deben ir juntos.
En tercer lugar: Compren y lean libros de papel. Hay varias razones prácticas para ello.
Duran más y son más difíciles de ocultar y de falsificar. Una obra electrónica puede ser manipulada, una impresa mucho menos. Una obra electrónica no durará más de diez años y con un fuerte gasto de mantenimiento y actualización de soportes y sistemas operativos. Fallan mucho.
Entre un autor y un libro hay cerca de veinte oficios, la mayor parte de ellos desaparecen electrónicamente y nada los sustituye. Más paro.
La electrónica tiene su valor y mucho. Por ejemplo para artículos académicos, blogs, etc. Pero con libros me lo pensaría dos veces.
Por último: a veces se confunden Datos con Información y ésta con Conocimiento. Falso.
Al conocimiento permanente sólo se llega con esfuerzo por el mismo motivo que nada que no sea traumático o fruto del esfuerzo consciente pasa de nuestra memoria sensorial a la permanente.
Saludos
La celestina es una obra maestra, sí. Pero si los chavales no son capaces de entender un simple artículo periodístico, no sólo no podrán apreciar esta obra maestra, sino que se convertirá en una de las razones por las que dejen de leer. A los resultados me remito: La celestina no impide que seamos líderes en fracaso escolar y que estemos a la cola de Europa en los resultados del informe PISA.
Es decir, el sistema no funciona: muchos de nuestros jóvenes- que son quienes tendrán que pagar las pensiones de mañana- tienen un gran déficit de comprensión lectora.
Cuando vosotros dos estudiabais (sois más o menos de la misma quinta) ni siquiera había televisión. Ahora los chicos no sólo tienen televisión: además están tuenti, twiter, Facebook, youtube… Y las nuevas tecnologías están aquí para quedarse. Quejarse de lo malas que son y acusar a las nuevas generaciones de ser tontas, no soluciona el problema. Para querer cambiarlo todo, sois bastantes inmovilistas ¿eh? 😉
Como muy bien dice Manu, escribir tiene mucho que ver con pensar, y de esto va este curso: de enseñar a los alumnos a utilizar la escritura como herramienta de pensamiento, creación y comunicación; de que aprendan a utilizar una de las armas más poderosas que tiene el ser humano.
Para ello, tendrán que acostumbrarse también a la disciplina del esfuerzo mental. En mi experiencia con adolescentes he aprendido que les cuesta muchísimo ponerse a pensar; pero una vez que empiezan a hacerlo, es difícil que lo dejen: es muy bueno para su autoestima.
Y cuando se acostumbran a pensar, empiezan a hacerse preguntas y a buscar respuestas: entre los amigos, entre los profesores, en Internet, en libros…
El amor por los libros no puede imponerse. Pero puede sembrarse.
Por supuesto, no florecerá en todos Pero cuando acabe el curso todos habrán aprendido las fases del proceso creativo, a estructurar un texto y a organizar sus ideas en un papel. Que es el objetivo de ¡COMUNÍCATE!