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el día del señor del emprendedor

por Marisol Oviaño

Domingo.
En cuanto los cachorros se vayan a comer a casa de su tía abuela paterna, el gato y yo nos quedaremos solos y podré sentarme a escribir. Mientras, aprovecho que hay bullicio para planchar. Aunque uno ha limpiado el salón y otra los baños, la casa necesitaría una limpieza a fondo. Pero no puedo entretenerme en esas minucias, necesitamos pasta.

Una escritora pobre tiene una ventaja sobre los demás mortales: aunque es muy improbable, siempre tendrá más posibilidades de ganar un premio literario –aunque casi todos están dados de antemano-, que de que le toque la lotería. Hace casi dos años empecé un libro de relatos que ahora quiero presentar a un premio y voy contrarreloj, porque me queda mucho por hacer. En un domingo solitario puedo avanzar mucho.

Además también tengo que escribir algo para el blog y terminar de leer el libro de Miguel. Y esta mañana Lozinski me ha enviado el suyo, que también aguarda ser leído. Hemos recopilado lo mejor que hemos escrito en los últimos años en Proscritos, y lo vamos a sacar a la venta por un módico precio en edición digital. Me faltan horas al día.

Mis hijos se están marchando cuando suena el teléfono. Lo coge Eude y, en cuanto la oigo reírse, sé que quien llama es el hombre en la sombra. Me despido de mi equipo de juveniles y atiendo a mi amigo. Mi gozo en un pozo: necesita YA que prepare los textos para la publicidad de la nueva empresa que estamos montando.

Desenchufo la plancha –ya seguiré después- y me pongo manos a la obra.
Cuando envío los textos a el hombre en la sombra son ya las tres y media de la tarde.
Todavía no he comido. Por suerte, anoche quedó media tortilla de patata y hay una lata de cerveza Día.

Comeré viendo alguna película, para desconectar.
Y después, volveré a la tarea.

No os compadezcáis de mí: asumir nuevos retos es lo que hace que nos sintamos vivos.

3 respuestas a «el día del señor del emprendedor»

Y ese proyecto te dará para que otro planche, te haga los baños, y prepare la comida mientras tú generas ilusión, siembras riqueza y cubres necesidades que las personas y empresas demandan.
Emprender, es lo que te está diciendo la crisis que hagas, es lo que se espera de la suma de nuestros años, nuestro conocimiento y nuestra experiencia. La angustiosa realidad diaria de la crisis te está diciendo que no te puedes quedar con lo que sabes cuando otros necesitan de lo que sabes para construir una vida con sentido.
Hay que emprender.
Y aprender a emprender.

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