por hijadecristalero
Fotografía en contexto original: taringa:qué piensan los rusos de stalin
– Se jodió el capitalismo -suspira desalentado
Huyó del comunismo hace veinticinco años, y poco después él (ingeniero) y su mujer (profesora de física) montaron su propio negocio, que no tenía nada que ver con lo que habían estudiado. Durante mucho tiempo les fue muy bien: tienen un chalet –que está casi pagado-, un perro, una furgoneta y un Mercedes tipo A. Los dos tienen más de cincuenta años, y hace seis meses alquilaron el local que hay contiguo al mío para ver si podían llevar una vida más tranquila en los últimos años de su vida laboral.
– Mañana devolvemos llaves a casero. Ya he desmontado todo, sólo me queda limpiar suelo. Lo hemos intentado, pero no se puede. Alquiler muy caro, luz muy cara, hay que pagar alarma, agua y muchos impuestos… Y gente no tiene dinero. No es momento de montar nada.
La gente ni siquiera se para a ver los escaparates, el pueblo esté lleno de carteles de “Se vende”, “Se alquila”, “Se traspasa”. Los que todavía resistimos –y en qué condiciones-, nos preguntamos ¿quién será el siguiente?
– Con comunismo en Polonia no teníamos mucho, pero Estado daba seguridad: daba estudios, daba sanidad, daba estomatólogo (no ha dicho dentista, ha dicho estomatólogo)… En cuanto terminabas de estudiar tenías trabajo, no ibas calle como aquí, tenías casa, tenías médico, y luego tenías jubilación… Ahora no hay seguridad de nada. ¡Sólo libertad! –añade sardónico.
– ¿Libertad? –pregunto yo burlona.
– Libertad es palabra mágica para engañar pueblo –ríe cómplice-. Aquí Estado no protege nadie, sólo políticos y bancos. Esto va a acabar peor que comunismo –sentencia muy serio.
Cuando termina de limpiar el suelo, su mujer y él vienen a despedirse y nos deseamos suerte mutuamente.
A última hora de la mañana se pasa a verme el hombre ecuánime. Él ha dirigido grandes empresas por todo el mundo, conoce el capitalismo desde dentro y nunca creyó que llegaría a ver tanto despropósito.
– Yo, que siempre he sido liberal a ultranza, estoy viendo tantos desmanes que estoy empezando a volverme proteccionista.
Por la tarde, antes de abrir, me voy a un polígono industrial a comprar material de papelería a una empresa que está de liquidación. Hay muchas naves cerradas con carteles de «se alquila», «se vende», «se traspasa».
En una de ellas, alguien ha hecho una pintada desgarradora:
FRANCO HIJO DE PUTA VUELVE
5 respuestas a «Ni comunismo ni capitalismo»
Ni comunismo ni capitalismo: vuelve la tercera posición, que os lo tengo dicho.
ummm, MARX, H A. SCHUMPETER, FUKUYAMA…parece que baja el nivel de los adivinos sin bola de cristal…
¿La tercera posición del kamasutra o de qué?. Aquí el único que sabía lo que decía era Marx, Groucho Marx.
Mirar hacia atrás «sólo» sirve para saber de dónde venimos, hacia dónde vamos y por qué.
Es decir, sirve para mucho.
La ignorancia de la historia nos cuesta un precio inasumible: por simple pérdida o carencia de memoria nos vemos condenados a reinventar la rueda en un esfuerzo tan patético y plagado de fracasos que parece maldición de sorguiña o de meiga de brumas norteñas.
Pero en el pasado no suelen estar las soluciones.
Estas es necesario irlas haciendo pasito a pasito cada día.
Y como somos perezosos, nos vemos débiles, carentes e inseguros no nos sentimos capaces de ello y delegamos desesperanzados en ese constructo que llamamos estado. Dios falso donde los haya.
El deterioro es algo que no requiere esfuerzo. Llega solo y sin avisar. Es como rodar en patines cuesta abajo. Si no se resiste acaece de modo inevitable.
Una señora que vivió la traición de Gorbachev vendiendo su gente a los designios del FMI decía hace unos días que por su culpa bajó la esperanza de vida en la URSS diez años en un breve instante y cientos de millones se vieron en la miseria y la desesperanza de por vida. Sin horizonte.
Un diplomático español nos recordaba hace bien poco que diez años de la gran depresión USA de los años 30 bastaron para que el 50% de los chicos voluntarios al ejército para la guerra mundial tuvieran que ser rechazados por las secuelas de desnutrición de esos diez años. Eran el país más rico del mundo a punto de perpetuarse en esa posición.
No somos conscientes de que lo que llamamos esperanza de vida depende de cosas como una gestación bien llevada, poder tener una sonda para la hiperplasia prostática o una mastectomía a los cincuenta o un tratamiento periodontal de vez en cuando.
Sin estos pequeños detalles cotidianos estaríamos muriendo como casi siempre, al filo de los cincuenta.
Realmente no se trata tanto de destruir como de alcanzar el equilibrio para poder tener mucho de lo que hoy tenemos pero sin que tenga que ser a base de deudas intertemporales que destrocen la vida de hijos y nietos antes de que hayan casi comenzado a vivirlas.
Enfrente hay intereses poderosos que son capaces de motivar con inmensa fuerza a pocos agentes que apoyen y protejan el paradigma vigente.
Es muy sencillo que unos pocos millones en todo el mundo tengan recompensas económicas tan fuertes que trabajen de sol a sol con lo mejor de sus talentos para proteger y desarrollar este estado de cosas.
Todo ayuda a los que así se alinean para perpetuar lo que nos parece natural: un inmenso corral en el que unos pocos recogen los frutos del deterioro y del esfuerzo de los muchos.
A favor de la gente hay pocos incentivos reales.
¿Cómo se puede ofrecer un incentivo a los muchos si, en cualquier caso, tocaríamos a tan poquito que con ese rasero siempre será más atractivo alinearse con el poder?
Sólo hay una solución, difícil pero plausible. Que los incentivos provengan de una escala de valores que no sea monetaria. De una idea seria del ser humano y en la cual la responsabilidad personal sea un componente crucial.
Este tipo de ser humano es difícilmente compatible con los valores del estado moderno que, nos guste o no, nos ha traído hasta aquí gracias a nuestra inaudita pasividad.
Un amigo lo decía hace poco: «Desengáñate, si la gente afectada es incapaz de dedicar el precio de una caña semanal a defenderse políticamente, se merece cualquier cosa que les está sucediendo»
Buenos días.
Totalmente de acuerdo en que hay que potenciar ciertos valores y, particularmente, la responsabilidad personal de cada uno.
Pero no se podrá instaurar un hombre nuevo si quienes han abusado y robado a la inmensa mayoría se salen de rositas. Por ejemplo: si viéramos encarcelados y empobrecidos a todos los gestores de las Cajas (por poner un ejemplo), los que vienen detrás tomarían nota.
Pero mientras robar al pueblo sólo tenga premio, no habrá cambio posible.