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General Ya os vale

Dictadura legislativa

Los políticos hacen las leyes. Hay demasiadas leyes. Necesitamos menos leyes. Necesitamos menos políticos.

por nidiosniamo
Fotografía en contexto original: edwalker

El día más feliz de la vida profesional de mi amigo Sebastián fue el día en que terminó de pagar el local en el que tenía su pequeño negocio. Se jubiló en el 2005, y entonces lo alquiló a una caja de ahorros, que le ofreció mucho menos dinero de lo que en ese momento se estaba pagando por metro cuadrado. Pero Sebastián, como la inmensa mayoría de pequeños propietarios, prefería un inquilino estable que, aunque pagara menos, lo hiciera regular y puntualmente.

Firmaron un contrato por quince años, pero la caja no ha llegado a estar ni siete, ya ni siquiera existe. Y mi amigo volvió a colgar el cartel de “Se alquila”. Me encontré con él hace un par de semanas y me contó que una casa de apuestas estaba interesada en su local.

– Da qué pensar esto de que donde antes había cajas de ahorros ahora haya tiendas de “Compro oro” y casas de apuestas ¿no crees? –me dijo muy serio-. Ni Dios monta un negocio que produzca algo.

Ayer salí muy de mañana para visitar a un cliente, y cuando regresaba a mi casa-oficina, Sebastián me llamó desde el bar que hay frente a mi portal.

– Deja que te invite a un café, anda. Ya levantarás España luego.
– ¿Estamos de celebración? –pregunté con una sonrisa- ¿Has firmado ya el contrato?
– Qué va, qué va. Resulta que mi local tiene 148,3 metros, y la Comunidad de Madrid les exige que tenga por lo menos 150; así que no hay nada que hacer.
– Y ¿por qué les exigen esas medidas? Ni que fueran una clínica o, no sé, un restaurante en el que te dan de comer… Las Administraciones de Loterías y Apuestas del Estado están todas en cuchitriles infectos, en los que no hay sitio para dejar el paraguas.
– Ah, majo, es que eso es el Estado. Y el Estado está eximido de cumplir las leyes a las que nos somete a los demás… ¿Que por qué les exigen esos metros? Por joder. Y lo mejor de todo, es que estoy seguro de que si consultamos la legislación vigente en cada comunidad, encontraremos que si en Madrid les exigen 150 metros, en Coruña,son 120, en Murcia 80, en Toledo nada… Y tanto para casas de apuestas, que parece un negocio raro y mal visto, como para cualquier otra actividad. Así va este puto país.

Los políticos hacen las leyes. Hay demasiadas leyes. Necesitamos menos leyes. Necesitamos menos políticos.
Y parece que, menos ellos, todos empezamos a darnos cuenta de ello.
Para muestra os dejo estos dos botones, muy diferentes en la forma, pero muy similares en el fondo.

Simplificar, de Fernando del Pino Calvo Sotelo


Derecho a ignorar las leyes, de Maldito Hijo de Perra

3 respuestas a «Dictadura legislativa»

No solo asi va ese puto pais; asi va el puto mundo, la puta Historia, la puta Iglesìa, los putos medios, y cuanto conforma el cerebro del puto hombre actual.

Lastima que yo no pueda decir lo que quiero decir por la puta moderaciiòn, por los putos modales, por las putas reglas, por las putas tecnicas, por la puta forma, y por todo aquello que limita la libertad. Otras voces hablaran y a ellas unire la mia. Para empezar, èste artilculo de mi amigo Antonio. Pero no por las palabras de Antonio, pero tampoco por las de Gunter Grass; pero tampoco por las de Quevedo…

Lo que hay que decir
Por Antonio Caballero

OPINIÓNEl del intelectual es un oficio necesario. Tanto en el caso de Israel como en el de Irán, también armado con bombas atómicas y cuyos dirigentes, tan locos como los israelíes, anuncian destruir a Israel.
Sábado 14 Abril 2012
El título de este artículo es el del poema reciente y ya célebre, aunque bastante malo, de
Günter Grass sobre la amenaza atómica de Israel contra Irán y, más en general, contra la paz mundial, “ya de por sí quebradiza”. Es un poema malo, digo. De ‘poético’ no tiene más que la forma: la presentación tipográfica en renglones arbitrariamente rotos para que tengan aspecto de versos libres. El fondo es periodístico: se trata de un artículo de opinión sobre la actualidad política internacional. Y sin embargo, es esa forma toscamente poética la que le da al fondo del texto un peso que no tendría si Grass lo hubiera publicado como simple columna de prensa. Hubiera sido solo banal. Pero es un poema, o así lo llama su autor; y por serlo dice con más fuerza que cualquier otra forma literaria. Dice, justamente, lo que hay que decir: que el armamento nuclear secreto, aunque de sobra publicitado, de Israel, en manos de los locos que hoy manejan ese país, es un peligro para todo el mundo.

Se le vinieron encima a Günter Grass por escribir semejante obviedad, que probablemente no hubiera rebasado el ámbito de la prensa alemana si no hubiera tenido el autor la ocurrencia de presentarla en verso. Los dirigentes israelíes le echaron en cara su origen y su pasado: alemán, y, en su adolescencia, miembro de las SS hitlerianas. Y, por consiguiente, antisemita. Ya suponía él que lo iban a acusar de serlo, y así lo advierte en su texto, para negarlo. Da igual: aunque Grass fuera antisemita, lo que dice sobre el peligro que representa Israel para Irán y para la paz del mundo sigue siendo cierto. “La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero”, afirma Juan de Mairena, heterónimo de Antonio Machado.

(A lo cual, sin embargo, no responden de igual modo Agamenón y el porquero. El primero aprueba, generoso: “Conforme”. El segundo, realista, niega: “No me convence”).
Pero lo que importa no es si el poema es bueno o malo. Lo que importa es que con él, y con su resonancia (debida entre otras cosas a que Grass es Grass, y no un ignoto porquero), el escritor está cumpliendo su tarea de intelectual, como en su tiempo la cumplió el propio Machado. Tarea que consiste, precisamente, en decir lo que hay que decir sobre la realidad circundante. La palabra ‘intelectual’ usada en este sentido data de finales del siglo XIX: de los tiempos del famoso panfleto J’accuse de Émile Zola en denuncia del antisemitismo del ejército francés; pero el oficio viene de muy atrás: tal vez de los profetas de la Biblia, para no salirnos del ámbito semita. Aunque también cabe citar a un antisemita como Francisco de Quevedo:

“No he de callar por más que con el dedo,

ya tocando la boca o ya la frente,

silencio avises o amenaces miedo”.

Es un oficio necesario. Tanto en el caso de Israel a que Grass se refiere, porque está “harto de la hipocresía de Occidente”, como en el de Irán, por supuesto, que también se está armando con bombas atómicas y cuyos dirigentes, tan locos como los israelíes, anuncian que van a destruir a Israel. También a eso se refiere Grass en un par de versos bastante enigmáticos sobre el pueblo iraní

“subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón”.

Y concluye con una petición de tono más burocrático que poético:

“que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes”.

No le harán el menor caso a Günter Grass. Pero está dicho lo que había que decir.

Argumento esclarecedor el de la película Aki del mismo director de ‘Hombre sin pasado’.

Es iluso considerar el norte mejor que el sur. Aquí como allá, el mismo espíritu posee al hombre. Y es ilógico emigrar hacia cualquier lugar invitando e incitando a todo hombre seguir el rumbo como si el mal poseyera a la Tierra y no a quien la pisa.

Pero no esta bien de mi parte siquiera insinuar un error en las esperanzas que tararean rumbo al norte embriagados con el lúpulo que deleitosos pagan en su miseria haciendo subir como la espuma la marginalidad y la delincuencia.

¡Destapa otra!
¡Bebe! ¡Bebe un poco más!
¡Embriágate!
Disfruta
y alégrate
que ya vamos llegando al norte.

Y como siento que éste articulo y los dos que le acompañan reflejan parte de lo que en toda dirección se muestra, aderezo con estas palabras de Voltaire en carta a Catalina II:

«Las leyes se han hecho ulteriormente, de la misma manera que se remienda un barco que hace agua; ellas son innumerables porque son hechas bajo necesidades siempre renacientes; ellas se contradicen porque estas necesidades cambian siempre; han sido mal redactadas, porque casi siempre han sido escritas por pedantes bajo gobiernos bárbaros. Se asemejan a nuestras ciudades construidas irregulares y casualmente, en las que se mezclan palacios y chozas en calles estrechas y tortuosas».

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