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Siempre nos quedará casablanca, 2: En casablanca

por Marisol Oviaño

A las dos estaba cocinando en Torrelodones y cinco horas después, quince minutos antes de que mi avión llegara a Casablanca, he visto un espectacular atardecer en el horizonte marino. Cosas de la vida moderna.

Tras pasar el control de pasaportes sin rellenar la ficha para extranjeros –el policía era joven, guapo y hablaba español-, me he encontrado con el taxista que nos esperaba y he visto a Luna fumando tras las puertas de cristal con su minifalda de chica europea. Hemos dejado las cosas en el hotel y nos hemos ido a dar un paseo por los alrededores, buscando un sitio en el que comer algo de la tierra, pero estamos alojadas en la parte más moderna de Casablanca y casi todo eran franquicias de comida rápida. La publicidad y los escaparates son los mismos que podríamos encontrar en cualquier gran ciudad occidental, la diferencia la pone el tráfico para valientes, las mujeres con velo y los cientos de gatos que merodean alrededor de la basura.

Tras una cena gastronómicamente olvidable, hemos regresado al hotel con la esperanza de que allí pudieran ponernos una copa (una cerveza para ella, un whisky para mí), y hemos estado charlando un rato con el encargado, un tipo que ha pasado gran parte de su vida en Benidorm. Y estábamos hablando tan tranquilas cuando, de repente, ha entrado una chica muy joven teñida de rubio hecha un basilisco, esgrimiendo una botella roja, que ha intentado romper en vano contra una silla para llamar la atención de un novio desleal. Los camareros han salido prestos a reducirla –mientras el novio seguía tomando su copa como si la cosa no fuera con él- y, tras largas negociaciones, han conseguido convencerla para que se fuera a casa.
La pasión es igual en todas partes.

Ahora el bar está cerrado y ha cesado la machacona música importada de Benidorm, Luna y yo hemos quedado para desayunar mañana y cada una se ha ido a su cuarto. Casablanca duerme. Yo escribo.

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6 respuestas a «Siempre nos quedará casablanca, 2: En casablanca»

Bienvenido al barco proscrito, Louzguite.
¿Por qué no nos cuentas por qué lo llaman Casanegra los jóvenes que viven allí?
Pude intuir algo por lo que se habló ayer en la mesa redonda, pero nuestros lectores no estaban allí.

Casablanca, una ciudad de contrastes

Lo bello en blanco

La primera idea que nos viene a la mente al pensar en la ciudad de Casablanca es la película de Michael Curtiz, interpretada por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman que se rodó en 1942 y ambientada en la Segunda Guerra Mundial
No es precisamente eso lo que encontramos al acercarnos a Casablanca, porque realmente la película ni siquiera se rodó allí.

Lo bello en negro

El director Nour-Eddine Lakhmari ambienta en la ciudad marroquí de Casablanca su película ‘Casanegra’, en la que huye de los clichés del pueblo marroquí para abordar problemas universales de la mano de personajes que existen «en todas las partes del mundo». Proyectada a concurso en la Sección Oficial de la 54 edición de la Seminci, ‘Casanegra’ es fruto de la reflexión del director sobre los problemas de su país visto desde la distancia -reside en Europa-, lo que le permite tener una visión distinta y «sin complejos» y contar una historia con los «tabúes y complejos» de su pueblo pero «libremente». Todos esos temas llegan al espectador de la mano de dos amigos veinteañeros, Adil y Karim, quienes intentan buscarse la vida vendiendo cigarrillos en la calle por medio de menores o con pequeños robos que les permiten sobrevivir en una ciudad que, al menos para Adil, se convirtió en «negra» -de ahí el título-, por lo que su deseo se centra en emigrar a Malmoe, ciudad sueca en la que vive su tío.

La postal de esta urbe, que tiene totalmente idealizada, es para Adil lo mismo que para Karim el traje con el que viste siempre, que le otorga un aire distinguido pese a dedicarse a la venta de tabaco en la calle por medio de menores, aunque si existe un punto común entre ambos jóvenes es su situación familiar: Adil se marcha de casa harto de las agresiones de su padrastro, que maltrata constantemente a su madre, quien se niega a ver la realidad, y Karim se encarga de ayudar a su padre enfermo.

La entrada en escena de Zrirek propiciará un cambio en sus vidas, ambos se ven envueltos en una complicada situación que les llevará hasta los sucios negocios del hombre, quien les encarga trabajos sucios cuyo pago permite a Amil seguir soñando con Suecia y a Karim, acercarse hasta una mujer de la que está enamorado.

Un asalto a una casa, un nuevo encargo para acabar con un caballo de carreras, la huida de la madre de Amil, el encuentro de Karim con su enamorada y el abandono del empleo en la fábrica de distribución de pescado donde precipitan los acontecimientos para los dos jóvenes.

La cinta, que logró un gran éxito tras su estreno pese a las críticas vertidas por los conservadores y los islamistas, sectores a los que nos gustó la inclusión de drogas, prostitutas y homosexuales, aspectos «universales», según reiteró el director, cuenta con financiación «cien por cien» marroquí ya que, pese a que puede parecer contradictorio, el Estado sí la defiende.

Marruecos, según el director de ‘Casanegra’, es un crisol de «culturas» que en la actualidad atraviesa por un momento de explosión cultural gracias a la Naida, como se conoce la ‘movida’ en aquel país, que ha propiciado el nacimiento de nuevas músicas y teatros con la idea de crear y no de satisfacer ni a árabes ni a franceses.

¿La financiación «cien por cien marroquí» quiere decir «subvencionada por el Estado»o por productores independientes marroquíes?

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