AURORA DE ESPERANZA
1937 España
Productora: SIE Films
Director: Antonio Sau
Intérpretes: Félix de Pomés, (Juan), Enriqueta Soler (Marta), Pilar Torres (la tanguista), Ana María Campoy (Pilarín), Román González «Chispita» (Antoñito), Modesto Cid (manifestante), José Sanchiz (el señorito), Alfredo Hornos (casero), Ernesto Campoy (gerente), Francisco Beltri (policía), Ana Castell (abuela), Salvador Arnaldo (corsetero), Juan Manso (prestamista), Eduardo Blanca (abuelo), José Carreras (capataz), David Torrecilla (cartero), Gabriel Arbonies (tasador), Javier Biura (dependiente 1º), Rodolfo Sáenz (dependiente 2º), Joaquina Piñol (solicitante 1º), Maruja Riera (solicitante 2º), Francisco Illa (restaurante), Pedro Mir (camamero), Roberto Rizo (oficinista 1º), Arturo Ortiz (oficinista 2º), Amadeo Miñana (portero), Miguel Durán (mendigo), Gregoria Millán (aldeana), José Farré (ferroviario), Miguel Liró (ranchero), Fernando Cabanillas (niño), Federico Campello (campesino), José Andreu (campesino), Lolita Morelló (aldeana), Francisco Mayer (sereno), María Llorens (dependienta 1º), María Prim (dependienta 2º), Francisco Moll (guardarropa), Guillermo Gabaldón (portero cabaret), Juan Vernetta (camarero), Elena Martín (tanguista 2º), Antoñita Salvadó, María Rosa Quignón, Pilar Gallemi, Antoñita Delage, Rosina Montserrat, Pepita Martínez (chicas de anuncio), Dolores Argimbau, Lolita García, Ramona Vidal (clientas), Antonio Monsó, Juan del Río, José Sarlet, Vicente Sánchez, José Cabanilles, Vicente Pons, José Fabregat, Ernesto Muñoz, José Garrido, Egon Staigrat (señoritos bromistas)
Sinopsis: Melodrama de inspiración anarquista sobre la desesperada situación de la clase obrera y el inicio de la Revolución social.
Juan es un obrero que al volver con su familia de las vacaciones encuentra que la fábrica ha cerrado y despedido a todos los trabajadores. Desde aquí inicia un largo calvario que le lleva a la desesperación y sumerge en la miseria y el hambre a su familia. Marta, su mujer, intenta también buscar trabajo pero únicamente encuentra un humillante empleo de «maniquí» para ropa frívola en un escaparate, empleo que es rechazado indignadamente por Juan, quien decide separarse de su familia enviándola al pueblo, junto a los padres de Marta, donde al menos podrán comer. Juan sigue buscando trabajo y comienza a juntarse con otros muchos parados, iniciando una progresiva toma de conciencia que le llevará a encabezar una manifestación y posteriormente una «marcha del hambre» que se dirigirá hacia Madrid. La «marcha» va recorriendo el camino cuando, al pasar junto al pueblo de los padres de Marta, les llega el anuncio de que ha estallado la revolución social. Juan corre a buscar a su familia para anunciarles la aurora de esperanza que inicia el pueblo trabajador.
Características originales: Ficción, 35 mm, standard, ByN, sonora
Conservación: F.E. incompleta, 1640 metros
6 respuestas a «Filmografía proscrita: Aurora de Esperanza»
Ay, la dignidad de los hombres… Antes que perderla, mejor dejar que los hijos se mueran de hambre.
Yo creo que la cosa sería más compleja hoy. Para empezar, la profesión de modelo de lencería está muy bien pagada y rodeada de glamour; las chicas que se dedican a ello no se casan con modestos obreretes, sino con multimillonarios futbolistas.
Amén de que hoy rara es la pareja en la que la mujer no trabaja, y no hay pueblo al que mandar a la familia. La generación que hizo esta película fue la primera en emigrar del campo a la ciudad, nosotros somos sus bisnietos y no tenemos ni una maceta en la que cultivar cuatro patatas y engordar un cochino. Ergo, no podríamos poner a la familia a salvo para hacer la revolución por nuestra cuenta. Y hacer la revolución con los hijos colgando es difícil. Te lo dice una agitadora cabeza de familia monoparental.
La película es muy romántica (y mala, y lentísima para los ritmos actuales), pero no tiene nada que ver con lo que está pasando hoy. Ya no es una cuestión de lucha de clases, en eso se equivocan los sindicatos. Muchos no tenemos patrón que nos explote, trabajamos por nuestra cuenta y estamos todavía peor que los asalariados.
A mí me da la sensación de que, excepto las megaempresas con accionistas en los que la responsabilidad se diluye en miles de nombres, los pequeños y medianos empresarios se están viendo también arrastrados. Los sindicatos no se enteran de que las cosas ya no funcionan como hace cincuenta años. Como sus líderes no han pisado nunca una fábrica, no saben que hoy un obrero de una multinacional no encontraría al patrón sentadito en una oficina próxima a la fábrica. Porque hoy su patrón son trescientos mil jubilados europeos, por ejemplo.
Plantear la revolución como lucha de clases, es erróneo. Es ahí donde siempre nos ganan la partida los políticos. Nos dividen en dos y ya está. Tantos pa ti, tantos pa mí.
Pero no sé qué harían si los trabajadores, los parados, los autónomos y los pequeños empresarios empezaran a pedir que se exigiera que los productores ajenos a la unión europea cumplieran, entre otras cosas, las leyes laborales y de protección al trabajador europeas.
Dejo a los economistas que nos frecuentan el análisis económico de las consecuencias.
Lo mismo es una guerra.
Pero guerra pinta igual con lo que hay.
Tic tac, tic tac, tic tac…
La pregunta es ¿que va a pasar cuando acabe la cuenta atrás? Si se trata de guerra yo propongo que nos unamos los unos contra los otros. Yo soy de los unos, si alguien se me quiere unir, me lo diga. Lo digo en serio.
Entre Robert Lozinsky, Miguel y algún otro creador de fuste se nos va cargando el blog de aires de guerra. A medida que profundiza la crisis nos familiarizamos un poco más con la memoria y la simbología. Ruben Darío, marchas triunfales. Me han encantado los patos del escudo. ¿O eran aguiluchos?
Mientras se desempolvan recuerdos y filmotecas, hasta Sarkozy se rinde a la señora Clinton y, sumiso, bombardea por encargo. Si De Gaulle levantase la cabeza se oiría un largo aullido helado en las Ardenas. Como la noche en el Páramo de Baskerville.
Estoy leyendo a un francés de apellido inglés arcaico, Todd. Mejor así, porque los pensadores franceses en estado puro me aburren cantidad entre otras cosas porque escriben como escuchándose, estableciendo barreras de clase. El inglés es más democrático, más llano y directo. Sus escritores procuran comunicarse con el mayor número de lectores interesados. No nos enfrentan a léxicos aristocráticos.
Sin embargo Todd trae al debate correlaciones originales y, no contento con ellas, trata de apuntalar causalidades que llenarían de orgullo a la Santa Madre Iglesia. “Por fin, nos reivindica un ateo objetivo, rojo además”. Es curioso, porque Todd realmente se tiene y es tenido por estratega de la izquierda.
Un estratega preocupado que constata la correlación entre el descenso social del Cristianismo y la desaparición electoral del Partido Comunista francés. No contento con ello apunta que la imposibilidad de diferenciar las políticas del Socialismo y de la Derecha de Sarkozy más allá de lo accesorio, tiene la misma base: el yermo de la increencia.
En resumen, nos dice en el 2008: “A falta de Seguridad Metafísica nos queda la Seguridad Social”.
Habría que ver si cuatro años más tarde sigue creyendo en la Seguridad Social.
Buenas noches y haya paz.
Una curiosidad sobre esta película, el actor protagonista era marqués y tuvo una larga y exitosa carrera tras la guerra.
Quizá le «perdonaron» y le dejaron seguir en el cine porque la película no exhibe directamente ningún símbolo político, y mucho menos comunista. De esta forma, el ardor protosindicalista de la cinta debió resultar pasable -y hasta admirable- para el espíritu joseantoniano de primera hora.
Quizá Pomés fue simplemente perdonado por sus contactos entre la aristocracia.
Época confusa, de ministros anarquistas y aristócratas que interpretaban héroes proletarios.
No hace falta hacer la revolución. Basta con imponer unos aranceles prohibitivos, construir autopistas y pantanos a gogo con cargo al Estado, aplicar la normativa europea de protección del trabajador, expulsar a todos los inmigrantes (o meterlos en un ghetto con un brazalete delator), expropiar McDonalds para fabricar Soylent Green, y sustituir la gasolina de los surtidores por vino de Jumilla. Garantizado que ningún español se acostaría sin comer. Como para entonces en Francia habrá ganado las elecciones Marine Le Pen, que nos cortará la luz, y en Gran Bretaña algún imán que reclamará Córdoba, lo único que faltará por hacer es desplegar una batería de tirachinas tierra-aire en los Pirineos, expropiarle a la ETA los zulos de Zarauz y exportar a Alemania butifarras catalanas (de diseño) en aceite de colza de garrafa sin etiqueta.
No pasarán.