Dicen que la venganza sabe mejor en plato frío.
El conde de Montecristo, ponía Miguel como ejemplo en la última reunión proscrita.
Pero yo no creo que la mejor venganza sea la que te obliga a dedicarle toda tu vida y a cocerte a fuego lento en tu propio rencor. Como argumento para una teleserie o una novela de aventuras, no está mal. Pero como planteamiento vital es una mierda: el rencor no deja sitio para nada más.
Quizá el cristianismo no andaba tan desencaminado cuando predicaba el perdón. A fin de cuentas, perdonar significa pasar página, continuar viviendo. El perdón es lo contrario al ojo por ojo y a vivir enquistado por el rencor; es el derecho a equivocarse y, sobre todo, a aprender de los errores.
En caliente, la venganza es una reacción lógica, hasta higiénica.
Pero la vida es demasiado corta para pasarla odiando y tramando contra otros planes que, además, jamás llevaremos a cabo. Es mucho más interesante dedicar nuestra energía a asuntos que pueden hacernos felices: una familia, una vocación, una pareja. Y muy probablemente verás pasar por tu puerta el cadáver de tu enemigo, aunque entonces ya ni siquiera te acuerdes de quién era. Ése es el verdadero placer del plato frío: darte cuenta de que ya no te importa la venganza
Los budistas lo llaman karma.
Pero mi padre lo definía con una frase mucho más castiza:
“El tiempo pone a cada uno en su sitio”.
15 respuestas a «Venganza»
Es una forma de ver las cosas. Pero la venganza también puede ser un desafío. No me considero vengativo, pero en un par de ocasiones el paso del tiempo me ha puesto la venganza en bandeja. Siempre en frío, porque el que practica el mal suele estar cegado por el placer de hacer daño… y, tarde o temprano, termina cometiendo algún error.
Entonces creo que estamos hablando prácticamente de lo mismo: quien sigue empeñado en hacer daño, a la larga acaba probando su propia medicina. Son ellos mismos quienes se lo buscan, no hace falta que nos pasemos la vida planeando una venganza: la vida se encargará de ellos.
ni siempre Marisol, la vida es caotica y pocas veces justa en el sentido que entendemos por justicia (quiza haya otra justicia Universal que se me escapa, a todas luces)
Tambien existe el derecho legitimo a responder a una agresion y cuanto antes mejor.
(siento no poner acento me ha entrado un virus y se me chango el corrector)
Ines
Ya digo que vengarse en caliente es lógico y hasta higiénico.
Pero no seré yo quien deje a un lado mi vida para dedicarme a planear una venganza.
Quienes viven envenenados por el rencor están incapacitados para disfrutar de nada más, y quien no disfruta, no puede llevar felicidad a otros.
Hace muuuuuchos años escribí una novela -que sigue en un cajón- sobre un chaval que decidía vengarse del padre que lo había abandonado. Y cuando por fin cumplía diecisiete años, iba con su mejor amigo a buscar al autor de sus días para cantarle las cuarenta y darle una paliza . Descubría entonces que su padre sólo era un pobre hombre víctima de las circunstancias y que la venganza no merecía la pena.
La realidad siempre supera a la ficción: hace seis años que el padre de mis hijos los abandonó a su suerte. Y durante todo este tiempo yo me he encargado de limar el rencor que les iba envenenando; les he explicado que en el pecado llevaba el padre implícita la penitencia (¿hay algo peor que renunciar a las únicas razones para vivir?) y les he enseñado que la mejor venganza es superar el dolor y convertir la rabia en algo constructivo para tener una buena vida. Mis hijos son hoy dos chavales alegres, sanos y fuertes que tienen la conciencia tranquila.
No ha sido necesario que se mancharan las manos: la vida se ha hecho cargo de él.
A la larga, todos acabamos teniendo lo que nos merecemos.
Estoy de acuerdo con Marisol en que no merece la pena malgastar un segundo de vida en pensar o ejecutar una venganza por algún mal que nos hayan echo. También estoy de acuerdo en que al final el tiempo pone a cada uno en su sitio y que si esperas lo suficiente sentado en la puerta de tu casa verás pasar al cadaver de tu enemigo. Ahora bien, no nos podemos olvidar de la justicia, porque cuando alguien te hace daño es de justicia, si no hacerle lo mismo, por lo menos un daño equivalente. No nos engañemos, la justicia tiene un componente clarísimo de venganza, y cuando se imparte se tranquiliza a la víctima pensando que por lo menos a pagado el daño con daño.
Por eso sin venganza no hay justicia y sin justicia no hay nada.
A cada uno la vida nos pone donde nos corresponde, no merece la pena vivir en la mierda,pensando en mierda. Dejemos el rencor y continuemos nuestros caminos positivamente, quien no merezca compartirlo contigo quitatelo de enmedio, no malgastes tu tiempo. Un saludo Marisol
Buenas noches.
Uno de los problemas religiosos más difíciles y que más teólogos mantiene en el filo de la fe dubitativa es el llamado problema del mal. El silencio distante de un Dios incapaz de actuar para salvarnos del mal.
Es el caso de horrores como el holocausto, las masacres de Varsovia, las torturas y los exterminios sean estos del tipo Kolima o del tipo Pol Pot. El mal ciego y sin sentido del cual no podemos defendernos ni recibir protección. El abuso de poder sobre las personas. El poder no aceptado en nuestro fuero interno deviene ilegítimo porque la legitimidad nace del consentimiento del espíritu libre.
Seguro que sobre esto se han escrito ríos y todos lo hemos meditado alguna vez sin encontrar una respuesta que nos ofrezca confianza, seguridad, paz.
Es cierto, como dice Miguel, que el perdón es una buena receta pero con condiciones. Aquellas que recordaba el viejo catecismo: dolor de corazón por la acción, contrición sincera, petición de perdón y propósito firme de enmienda.
En otras circunstancias el perdón es un grave error porque garantiza el dividendo del mal y por tanto lo promueve. Como dirían los economistas modernos: lo incentiva.
Hay un pasaje del evangelio que puede venir a cuento cuando Juan (I, 35-42) nos habla del Cordero Pascual, el que rememoraba la liberación de la esclavitud y la salida de Egipto. En el lenguaje bíblico cordero e hijo se dicen igual. El Cordero de Dios viene a simbolizar al «hijo de Dios que quita el pecado del mundo». No carga con nuestros crímenes, sino que viene a eliminar la injusticia del mundo. No a impedir que se cometa, sino a evitar que el que la sufra, sea anulado como persona, que es lo que persigue el opresor.
Este pasaje del evangelio no sólo condena al que oprime, sino que denuncia también la postura del que se deja oprimir.
Esto último no lo hemos tenido muy claro los cristianos que predicamos el conformismo y la sumisión apelando a un cielo y a un infierno maniqueos donde se cambiarán las tornas y cada uno recibirá su merecido. Este es un esquema en exceso conveniente al poder ilegítimo y por ello es sospechoso.
Es fácil deducir de la memoria simbólica del cordero pascual que se nos exige una Actitud Beligerante contra el opresor y contra la pasividad del oprimido que permite su anulación como persona.
Esta lectura del evangelio me ha servido para ver los acontecimientos de daño inmenso y sin sentido que citaba al principio como momentos en los que la beligerancia es una obligación moral de cada uno de nosotros, de cada víctima potencial: El mal que sabe que no recibirá sumisión se lo pensará dos veces y como resultado tendremos un entorno más libre en el que cada ser humano pueda buscar sus fines.
Todo ello sin odio, con amor acaso, pero con rotunda firmeza.
Parece un asunto religioso, pero realmente no lo es, se convierte en una norma de conducta cultural que a todos beneficia.
Para los que habéis llegado hasta aquí, un regalito.
Youtube
La venganza no es lo mismo que el derecho de defensa, ni siquiera es lo mismo que justicia.
Hay personas que quieren vengarse de otras sólo porque no son tan guapas como ellas.
Yo (y no Miguel) digo que encuentro absurdo dedicar toda la vida a una venganza. No estoy hablando de poner de la otra mejilla, ojo (creo que eso también lo predica el cristianismo). Ni de olvidar. Ni de bajar la guardia. Hablo de vivir. Si vives de verdad, acabarás siendo más fuerte y más grande que tu enemigo, hasta que éste sólo sea una pulga que ni siquiera notas. A lo mejor, en una rascada te lo sacarás de encima, lo habrás aplastado: te habrás vengado. Y ni siquiera te habrás dado cuenta.
La otra venganza, la de pasarse toda una vida odiando, maquinando y destilando rencor, es de mediocres cobardes, de gente aburrida que sólo tiene un agotador tema de conversación: la culpa es de los otros.
Yo aprecio mucho la sabiduría de los clásicos, y de la Biblia, aunque desgraciadamente la tengo poco trabajada -es lo que tiene ser de colegio público-. En cambio, cuando una idea me resulta dudosa, o hay mucho ruido a su alrededor, acudo al oráculo de la RAE en busca de consuelo.
En este caso, dice, «Venganza: Satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos».
A eso me refería yo aquella tarde. Creo firmemente en esa idea, sin asomo de rencor, sino por cuestión de principios, lo cual creo que me acerca al sentido de la justicia de Manu.
En realidad, esto empezó porque comenté que la Venganza es una de las situaciones dramáticas básicas de la historia de la Literatura, y que ocultar el deseo de venganza, ese buenismo, o ese falso desprecio, nos hace menos humanos y, en según que casos, neuróticos.
La venganza es higiénica, el rencor en todo caso procede de una venganza no satisfecha.
En la tragedia griega, y más aun en el teatro barroco inglés y español, la venganza es un asunto central, como no podía ser menos en una dramaturgia y una época que tienen el tema del honor como principal elemento. El honor, para un caballero, debía ser reparado mediante venganza.
Va a ser eso lo que hace la venganza un asunto tan extraño hoy.
Ya Miguel, y el honor en el teatro del Barroco se situaba en la entrepierna de la hija o la mujer, y ahora va a ser que no.
Eso era la honra.
Consulta el DRAE 3ª acepción de honor: «Honestidad y recato en las mujeres, y buena opinión que se granjean con estas virtudes», casi como las acepciónes 1ª, 2ª y 4ª de honra del DRAE.
Esto es lo que nos pasa por tener diccionario de autoridad como el DRAE y no «DICCIONARIO DE USO», porque por uso llevas razón y debería de usarse «honra».
La venganza del Conde de Montecristo estaba determinada por rasgos pasionales las cuales se fue llenando de otro aspecto como la ambición, el deseo inmenso de ser libre para cumplir cada uno de sus propósitos.
Si sabemos analizar el factor vital del argumento de la novela nos vemos entre una serie de desencadenados motivos ciertos para entender las tribulaciones, ansiedades, el rencor nos lleva por el camino de la miseria humana, resentimiento con bases firmes en la tortura, despojo de bienes, el factor mas preciado… el amor de una mujer, su futuro y las consecuencias que mas tarde le llevaron a prisión, motivo y razón de peso para alimentar el rencor como un hecho determinante y desarrollo de la trama.
El cristianismo nos muestras facetas extraordinarias, contradictorias, convenientes según el ámbito donde se desenvuelvan los propósitos y hechos del perdón para estudiar el factor de riesgo comprometido con pasajes del pasado para estudiar la razón verdadera de las culpas, el pase de paginas para seguir como si nada hubiera sucedido se pone compleja ya que cabe de recalcar que hablamos del rencor [resentimiento que desencadena odio]; el rencor se desarrolla, se sitúa en tiempo determinado bajo aspecto especifico de un argumento físico, real, palpable el cual se requiere de estudio, puesta en escena de los elementos que le dieron origen ya que el resentimiento mas tarde le lleva a otro renglón de peligro y es causar la muerte del que genero el odio de manera sistemática desprendido del rencor por motivos pasionales, despojo de bienes, una serie de actos que nos lleva a considerar el desarrollo del odio desde otro punto de la historia.
Siendo de origen natural la venganza, no nos da satisfacción, genera ansiedad, nos lleva a estadios de duelo, de contradicciones, condena, pensamientos de muerte, de tristeza y derrotas en al aspecto sentimental y el discernimiento cierto ante la formula perfecta de la solución de situaciones desgarrante de la misma vida ante los tropiezos de saber con conciencia poner a un lado la venganza para no caer en el odio prolongado y la venganza eterna la cual nos lleva hacer daño físico a alguien por un tiempo indeterminado para dar satisfacción a las bajas pasiones y enfermedad mental. El castigo del ojo por ojo nos lleva por el fanatismo religioso de las tendencias políticas comprometidas con ideales de destrucción, haciendo desdichado al individuo.
Jamas la venganza sera un factor de salud para dejar escapar la ira, es un factor determinante en el tiempo [enfermedad/muerte], es como el hacer sexo tras una pelea, solo les lleva a cometer mas errores y siempre se vera deseo carnal, mas no amor ni consideraciones para ver el problema traducido en soluciones y remplazar la reconciliación con otras armas de provecho para realizar la estabilidad, equilibrio y enfrentar los problemas, viendo un panorama enfermizo, circulo vicioso de una cadena de problemas de desorden psicológico.
El análisis sincero y verdadero de la energía nos lleva por el camino practico del saber disfrutar del desarrollo de la energía natural que mueve la materia, la misma que se entrega en un momento sublime [sagrado], transferencia de energía de los cuerpos que se atan con pasión, increíblemente verdaderos que les lleva a estadios de felicidad y durabilidad en unión, placentero momento de dicha, vida, muerte en la transferencia de la energía y resolución de un problema viéndose el claro pensamiento y poniendo en un lugar de cuidado a la venganza y sus climas de fuego/ helado encuentro con la muerte al terminar la fantasía.
El karma y los designios del destinos nos lleva por las encrucijadas de las pasiones, dolor, cura, enfermedad del alma, destrucción de la energía en el sano amor y desenvolvimiento de las culpas creadas mas allá de la búsqueda de un sitial en el tiempo determinado de la historia de los individuos.- Chinca C. Salas R-
Para mi el perdón es mucho más difícil y trabajoso pero a la vez más gratificante que la venganza o el rencor que, desde mi punto de vista, son una pérdida de tiempo.
El perdón es un trabajo interior y la venganza o el rencor son una proyección hacía el exterior de ese trabajo inconcluso.
El tiempo pone a cada uno en su sitio… Y nos escuchamos, mientras lo decimos, con satisfacción, incluso, a veces resoplamos con ese típico orgullo que manifiesta que somos muy listos, que el tiempo está de nuestra parte, que el tiempo se vengará por nosotros, que nosotros no nos mancharemos las manos porque nosotros no odiamos, somos de los equilibrados, de los que poseen espíritus elevados, de los que saben vivir…
Pero un día no puede evitar pensar: «¿Estaré yo donde me ha puesto el tiempo»?; y miras a tu alrededor para comprobar que no te ha oido nadie, te das cuenta con alivio de que no lo has dicho en alto, suspiras y sigues viviendo…, ¡la venganza para los malos!…, ¿quién querría vegarse de mí?…, el tiempo para mí reseva el mejor de los sitios…, ¡faltaría más!…