por Juan Hopplicher
Fotografía de chris734 en flickr
La hija del Gran Gringo es un pequeño y dulce bebé que aún se puede levantar con una mano. Duerme en su cuna, que es azul e impoluta, rodeada de juguetes, pañales y colonias.
A un lado veo dos maletas ajadas que rompen con la iconografía aséptica.
Las señalo y el Gran Gringo me susurra la explicación:
-Son el regalo que me hicieron mis padres cuando yo era un niño. Me avisaban de que no podía quedarme en esa casa eternamente, que pronto tendría que buscar mi propio camino. Con ellas me fui al ejército siendo un adolescente. Es el mejor regalo que me han hecho nunca y ahora quiero que las tenga mi hija, porque ella tiene que tener tan claro como yo que de casa de los padres hay que irse cuanto antes.
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Si quieres leer mas sobre las andanzas de Juan: elviajedecrispulo