Miguel Pérez de Lema
Uno de los juegos más divertidos del ambiente conspiranoico es la caza del rastro masónico en las ciudades. Al respecto hay todo tipo de opiniones. En un extremo, todo es producto de la imaginación de unos cuantos ociosos. Y en el extremo opuesto, hay un código de señales para los iniciados que se extiende a monumentos, logotipos de empresas, y hasta gestos.
A mi lo que me interesa de esto es la probabilidad cuántica, de 0 a infinito. El juego, lo literario. El puede que sí o puede que no. El misterio y la cosa cosquillosa. Quiero decir que si me dieran resuelto el tema, me hacían un flaco favor porque se acababa el alimento para la imaginación.
Ahora que se forma nuevo gobierno se habla intensamente en Madrid de las camarillas y de repartos de poder. De cuántos de una parte -Opus, Legionarios de Cristo- y cuántos de otra -masones-, o de alguna otra sociedad discreta, van a entrar en el sanedrín, y qué cabe esperar de los nombramientos. Esto es una locura, desde un extremo, y una evidencia, desde otro. Cada cual busque su punto en el recorrido. Yo, ya digo, me quedo con todas las posibilidades.
En Madrid, por ejemplo, dicen los peor pensados, los que le echan mas literatura a la realidad, que hay una intensa lucha simbólica, entre la iglesia y la masonería. El remate acelerado la Almudena, esa catedral que parecía que nunca se completaría, y que ha contado con fuerte apoyo de Vaticano y Opus, habría tenido la respuesta en forma del obelisco dorado de la Plaza de Castilla, regalado por Caja de Madrid al ayuntamiento de la ciudad. Si la catedral alcanza 73 meros de altura, el obelisco se proyectó por Santiago Calatrava para tener 120 metros, aunque problemas de sustentación obligaron a dejarlo en 92 metros, en todo caso bastante más que el principal templo cristiano.
Ya digo que esto está en el ambiente, y hay gente que se lo cree y se lo toma en serio.
Yo no tengo ni idea. Yo sólo me divierto ¿Y tú?
5 respuestas a «La leyenda urbana de la arquitectura simbólica en Madrid»
Ni siquiera había oído o leído semejante leyenda, que me parece tan entretenida como inventada. Ambos engendros arquitéctónicos me parecen horrendos. Visto el resultado estético de ambos, nos los podían haber ahorrado. El cielo de Madrid, su horizonte con nubes de miles de tonos según las horas del día y las estaciones me gustan bastante más.
Opino.
Paso por el obelisco de Calatrava cada vez que voy a casa de mi madre, y me parece un espanto. Supongo que, o no hay dinero, o no funciona el mecanismo por el que se supone que se mueve, pero siempre lo veo cerrado.
Me da lo mismo si es obra de la masonería o de la Iglesia. Si de mi dependiera volaría entera la plaza de Castilla -obelisco, torres y hoteles incluidos-, que me parece fea, deprimente y francamente hortera, parece un castigo para madrileños y visitantes.
En cuestiones de arquitectura, los de Barcelona nos ganan por goleada.
Osea, que caja Madrid le ha regalado el obelisco al ayuntamiento. Ahora veo claro que tiene un doble sentido, el Rato le planta un cipote gigante al Gallardón para que haga lo que se le ocurra con el. A ver que le regala ahora el Gallardón al Rato para ver quién la tiene más grande. Que mala es la envidia
Creo que era Blesa, el que estaba antes de Rato.
Entre el útero de Barceló en las Naciones Unidas y el falo de Calatrava en la plaza de Castilla, esto empieza a ponerse interesante. Pero que nadie se llame a engaño: no es amor, es sólo sexo. Al final, parirán un ratón.