por artistadesconocida
El frutero tiene ahora un ayudante bajito, delgado y guapo que lleva un mapamundi del sufrimiento en la cara; dan ganas de abrazarlo.
Cuando no tiene cajas que cargar o descargar, se queda en un rincón de la frutería y me mira con ojos de perrito apaleado. Hay en esa mirada algo acusador, porque aunque jamás he levantado la mano contra él, me resisto a acariciarle el lomo. Como si los dos supiéramos que puedo darle lo que necesita y le estuviera negando una oportunidad.
Me gustaría ser capaz de mantener con él conversaciones intrascendentes, como las que mantengo con su jefe; pero sé que ir más allá de hola y adiós establecería un vínculo. Una ya está vieja para andar cargando con biografías ajenas, y la suya parece muy pesada.
De modo que renuncio a tener un gesto de humanidad con él, finjo que no me doy cuenta de lo que sus ojos imploran y me mantengo a salvo.
2 respuestas a «Catálogo de hombres, 9»
¡Qué bueno!
Cuanta verdad. Se nos hace tan pesada nuestra biografía, que le huimos en esto de poner en actos ese sentimiento de piedad tan fuerte. Esos rostros «apaleados» no cesan de rondarnos a diario buscando aunque mas no fuere una mirada sostenida. Y, pese al registro… pasamos de largo. Susana ( una mujer argentina)