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Intimidad

El sol va tiñendo nuestro salón de atardecer.
Silencio y brisa entre los árboles.

La música está apagada.
La televisión está apagada.
Los ordenadores están apagados.

Él lee tumbado en el sofá,
yo escribo sentada en la terraza.
El gato duerme.

No hay nada como la intimidad familiar. No tener que decir nada, no tener que demostrar nada, no tener que entretener a nadie, no tener que explicar quién eres.
Sólo ser.
Y estar.
Sentir la presencia de los otros sin sufrirla, sin esperar que nos demuestren nada, sin pedir que nos entretengan, sin preguntarles quiénes son.

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