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la caída

por hijadecristalero
Fotografía en contexto original: lacariñosa

En mi viaje de la clase media alta a la clase media baja (y todavía no estoy segura de que mi destino no sea, simple y llanamente, la clase baja de la que salieron mis padres), he ido desprendiéndome de muchos lujos que no me podía permitir.

El primero y el más doloroso fue un marido que salía demasiado caro.
Detrás fue la casa grande, las salidas con los amigos, la sanidad privada y Telefónica, que cuesta el doble que las demás compañías.
Y, por último, los artículos de primera necesidad.

Atrás quedaron los tiempos en los que hacía la compra una vez al mes donde me viniera bien. Entonces llenaba el carro de la compra sin mirar los precios. Hoy, como mucho puedo permitirme compras semanales – a veces, incluso diarias-, dedico tiempo a comparar precios y soy una fiel parroquiana de Día, Autoservicio Descuento.

La historia de mi caída es la historia de la progresiva desaparición de la clase media de este país. Hace años, en el Día de mi pueblo sólo ponían los pies jubilados de pensiones mínimas e inmigrantes que no hablaban español; hoy me encuentro por sus pasillos a algunos de mis antiguos vecinos, esos que todavía conservan el chalet y el todoterreno. No hace falta ser un economista de máster para comprender que la cosa está muy mal, basta echar un vistazo a la cola que se forma en las cajas, donde la señora con el viejo bolso de Loewe espera turno detrás del alcohólico que lleva las monedas justas para pagar el cartón de vino o el pack de cervezas marca Día. No soy la única que las está pasando putas.

Pero todavía hay gente que lo está pasando peor.
Hace un rato entré a comprar un paquete de compresas en el que ahora es mi supermercado de cabecera , y cuando estaba pagando en la caja, me he dado cuenta de que alguien lo había abierto por un lateral.

– Espera, que esto está abierto y seguro que falta alguna –le he dicho a la cajera.
– Coño, eso todavía no lo había visto, coge otro.

Tras asegurarme de que el nuevo paquete estaba completamente cerrado, he regresado a la caja, donde la cajera me ha confirmado que, efectivamente, faltaban dos compresas.

– Vaya –he dicho con un escalofrío-, qué necesitado hay que estar para robar eso.

Una cosa es robar jamón del bueno o whisky y otra robar un par de compresas, y no he podido evitar compadecerme de quien se ve obligado a robar algo tan poco apetecible. Pero la cajera, que lleva mucho más tiempo que yo en esta clase social y se las sabe todas, ha sentenciado con una sonrisa implacable:

– Sí, estará muy necesitada. Pero no ha cogido las baratas, no, ha cogido de las caras.
– Hombre -he dicho yo tirando de lógica-, ya que te pones a robar, sería de idiotas coger lo peor ¿no?

14 respuestas a «la caída»

¿Por qué pensais que es tan bueno como asunto de novela? a mi me parece apasionante pero, no sé, ¿no se supone que estamos en tiempos de Nocilla posmoderna y otras merendillas? ¿o eso quedará como moda irrelevante? Dicen los que saben (o que ellos creen que saben, yo no sé) que las apuestas editoriales del otoño 2011 vienen apuntando a lo real, y lo atribuyen a que las editoriales no quieren apostar a juegos literarios arriesgados, no quieren sufrir riesgos económicos de ninguna clase, es el signo de los tiempos, supongo.
¿Qué pensais vosotros? Gracias

Sí, es un gran tema para una novela, sobre todo si el autor tiene un poco de sentido del humor.

Yo no tengo ni idea de lo que piensan las editoriales (la nuestra no cuenta, es una editorial outsider con un solo libro, de momento); pero me alegra mucho lo que dices, Ariadna; porque ayer envié una novela real como la vida misma a un prestigioso premio de una igualmente prestigiosa editorial.
Que dios reparta suerte.

Muchas gracias, Marisol, deseo que ganes y las mejores cosas que le puedan pasar a una novela. Ojalá pueda estar leyéndola pronto editada en papel por la prestigiosa editorial (y que se venda como churros toda la vida)

Yo defendí la Nocilla (el primer tomo). Y la sigo defendiendo, porque que creo que retrata lo que Internet ha supuesto en nuestras vidas (como Seduciendo a dios, por otra por otra parte).

Creo que es bueno que los escritores arriesguen.
Y también creo que es bueno que se cuenten buenas historias que conecten con los sentimientos y las preocupaciones de todos (cosa que Nocilla no hace; quizá porque entonces eran tiempos más fáciles y no teníamos demasiados problemas).

Desde mi punto de vista, las dos literaturas son necesarias.
A mí, como lectora, me aburre leer siempre lo mismo. Me gustan los autores que arriesgan, aunque a veces no me convenzan.

Pues yo soy aun más tardona que Miguel en llegar a la modernidad, un año más de retraso, porque hoy he devuelto a la Biblio Municipal la Nocilla 1 a medias, la 2 sin abrirla y la 3 la he renovado porque tambien iba casi por la mitad y he pensado, joder, a ver si no es la novela, a ver si soy yo que he tenido otras cosas bastante mejores para leer y estas me dan pereza, y la daré un nuevo plazo bibliotecario a ver si me quiere conquistar. Pero va a tener que competir con El sueño eterno, American Psyco y Música para corazones incendiados. Veremos que pasa.
Claro que me interesa leer las modernidades y las moderneces, soy una snob impenitente que no escarmienta, pero creo que casi siempre es más por curiosidad por ver cómo están hechas que por otro motivo.
Gracias a los dos.

Alto ahi.
American Psyco es la mejor novela de su generacion.
Un respeto.

Y eso nos vuelve al principio, porque el desclasamiento es «el tema» contemporaneo, metafora del hundimiento de Ocidente, igual que en los 80 la psicopatia fue el tema, metafora del reaganismo y el yupismo y el crimen financiero que nos ha llevado hasta aqui.
(no, no van las tildes)

Pues a mi me pareció que a American Psyco le sobraban bastantes páginas. Acabó cansándome tanta sangre. Pero a lo mejor, si la leyera ahora, cambiaría de opinión. Habría que ver qué tal pasa el tiempo por ella.

Totalmente de acuerdo en que el desclasamiento es «el tema», porque, como dice hijadecristalero, la clase media está desapareciendo a marchas forzadas.

Suerte, Mª Sol.

No sé qué decir. Bret Easton Ellis fue un clásico de su generación, –creo que debe de andar cerca de los cincuenta–, y su novela, la del psicópata Bateman, un retrato de una sociedad, la nuestra, que se ha vuelto despreciable y vomitiva. Le salió un libro que tuvo tela y hoy ya no tenemos tiempo ni para pensarlo despacio entre otras cosas porque a nadie le gusta leer desgracias de las que podemos ser parcialmente responsables. Conrad quizás diría «copartícipes secretos».

Marisol toca el asunto de la tediosa descripción de ropas que alarga tanto la lectura de American Psycho. Es una sensación lógica pero sospecho que el autor y el editor fueron plenamente conscientes de ello y decidieron mantenerlo como forma de expresar las neuras del personaje sin tener que contarlas. Podía haber sucedido en el ojo huracanado de cualquier burbuja.

En «Te llevaré a Arriondas, querida» –en alguno de los capítulos que suceden en Boston– un personaje dice cosas de la novela de Ellis. Ya no me acuerdo por qué pero, la verdad, hoy me ha enternecido ver que quedan señoras en edad de comprar compresas. Esto también se me había olvidado.

Un abrazo y a ganar, Marisol.

Caramba, Manu ¿por qué te asombra que haya señoras en edad de comprar compresas?
La crisis no impide que las gallinas pongan huevos, ni que las mujeres menstrúen.
Hasta ahí podía llegar el poder del dinero…

No se si el relato es real… pero me quedo con que te llevabas las caras 😉 .

Un cordial saludo desde una okupación en Bruselas, entre la organización de la llegada de las marchas y el bregar con 64 gitanos checos y eslovacos (42 menores), una veintena de sin papeles magrebies, 80 afganos que hicieron huelga de hambre para obtener papeles para 6 meses, y un sinnumero de no-adscritos.

El edificio, unos antiguos estudios de televisión, estaba limpio cuando entramos.

En efecto, ahí queda poco que estrujar, hoy toca la clase media.

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