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Próxima parada: dios

El hombre en la sombra me lame las heridas desde Berlín.
Y me dice que todos viajamos con un vacío existencial de serie que es como una célula dormida: ataca cuando menos te lo esperas.

Y que, en esos momentos, ni el amor, la familia, el sexo, el dinero o el éxito pueden tapar el agujero.
Y que yo soy muy afortunada porque puedo cerrarlo escribiendo.

Pero, cuando ni escribir alivia ¿dónde voy?
Por descarte, sólo queda una parada: dios

4 respuestas a «Próxima parada: dios»

Efectivamente, hay muchas cosas que huelen a dios. Un buen guiso de carne hecho con amor y sabiduría, dos cuerpos después del amor, la tierra húmeda antes de la tormenta, un libro recién salido de la imprenta.

A propósito de la artemiza, los indios norteamericanos (grandes narradores, por otra parte) también afirmaban que los cuentos (la literatura al fin) divertían, explicaban el mundo, describían el gran misterio y, llegado el caso, sanaban: la palabra (la ficción) como unguento, como fármaco para el cuerpo y para el alma.

Si esto es así, entiendo lo que dice El hombre en la sombra:
usted puede hablar de ese vacío pesado y tenebroso que a veces nos encontramos en el bolsillo del pantalón, o en el cajón de los cubiertos, o en el trastero cuando vamos a guardar la ropa de invierno.

Tal vez contarlo no sane como creían los indios. Tal vez después de escribir «Proxima parada: dios», toda siga lo mismo. Pero qué más da. Borges afirmaba que la poesía tenía que ser valiente y desesperanzada. O lo que es lo mismo, no hay salvación pero al menos lo hemos intentanto. En eso consiste la literatura, no? Esa es su belleza: intentarlo aun sabiendo que todo será en vano.

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