Amarás a tu padre y a tu madre

por Juan Hopplicher
Fotografía en contexto original: absoluthuelva

La maldición bíblica se ceba especialmente con los niños del slum. La mayoría de sus progenitores no son más que unos gonorreas malnacidos. Y sin embargo, aquí y allá, dibujos de familias sonrientes, que si yo amo a mi mamá, que si la familia vertebra la sociedad, que si los niños juiciosos obedecen siempre a los papás.

Ayer Yulia vino a clase con el llanto contenido. Tras un rato intentando que me dijera lo que le pasaba, se derrumbó, y entre sollozos dijo que su madre la había apaleado por no haber hecho el oficio a tiempo. Insistía en que sí que había recogido y limpiado la casa, pero que su madre la golpeó igualmente sin atender a razones.

La madre de Yulia es una puta loca -literalmente, una prostituta esquizofrénica- que toleró que su marido, acaso también padre biológico de la niña, se la culeara desde los cuatro años. El tipo tuvo que huir de la casa en primavera cuando la policía empezó a merodear y la cárcel pasó a ser un destino viable.

Yulia pensó que por fin ella y su mamá tendrían las oportunidad de aproximarse sin esa oscura presencia masculina.

Pero la puta loca en seguida metió a otro hombre a vivir con ellas. Si bien este no abusa de la niña, está intentando mandarla con la abuela en Pereira ante el beneplácito maternal.

Yo creo que el sufrimiento de Yulia viene de su afán por construir una relación con su madre, o cuanto menos por intentar tener una madre.

Hay una liberación en la vida de todo niño y adolescente, que es cuando no insistimos ya más en salvar lo insalvable y entendemos que no hay por qué querer a los padres, que si son basura pues son basura, y que en cuanto legal y pecuniariamente podamos irnos pues nos vamos y que se pudran.

El día que Yulia entienda esto, los golpes le dolerán mucho menos, y de la ligereza que experimentará podrá levitar. Desgraciadamente este tipo de enseñanzas me están vetadas en la fundación so pena de despido fulminante, y tengo que dejar que mis chicos descubran la realidad por su cuenta. A veces, claro está, les doy pistas.

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