Miguel Pérez de Lema
El mayor problema de la democracia española somos los votantes. Esta idea está en el centro del movimiento actual de protesta y aunque se llegaran a aprobar reformas que ayuden a que el sentido común, la pluralidad, y las decisiones racionales, tengan ventaja sobre la manipulación y el chantaje emocional, es extraordinariamente difícil que nuestro país mejore. Somos así. Nos falta calidad y nos sobra «genio».
La inercia y el control absoluto de los mensajes de odio, las categorías absolutas que se han creado en la mente de los ciudadanos durante décadas, han convertido cada elección en una lucha tribal, a la que la inmensa mayoría de los españoles se arroja lleno de orgullo, emoción y sin la más mínima duda.
A votar a los suyos.
Los ciudadanos que ejercen el voto, no eligen nunca la opción que les parece más apropiada para gestionar los asuntos públicos, los candidatos con mejores propuestas, sino que acuden a la llamada heroica de su clan, a su defensa numantina. Independientemente de qué propuestas políticas defienda cada partido, siempre serán mejores que las del enemigo.
Al enemigo ni agua.
Afortunadamente, hay una minoría que finalmente decide. Y son los rebotados, los excluidos, y algunos ciudadanos sensatos que no votan emocionalmente sino racionalmente. Son los que acaban decantando la balanza de u otro lado.
Por ejemplo, en las recientes elecciones que han dado una ventaja histórica a uno de los dos partidos, éste sólo ha aumentado un 2% sus votantes. Así de cristalizado está el mapa tribal.
Lo que ha ocurrido es que el otro partido más votado, ha perdido una cantidad enorme de votos. Su gestión ha sido tan nefasta, tan destructiva, y tan errática, que los menos implicados emocionalmente con la llamada de su tribu, han escurrido el bulto.
Pero son muy pocos.
Tras una gestión objetivamente catastrófica, 6.276.087 españoles se han votado a sí mismos dentro de la tribu del PSOE. Todavía.
6.276.087 ciudadanos que llaman el «suelo» electoral de su tribu. Los irreductibles y leales guerreros de una de las facciones enfrentadas que jamás dejarán de reafirmarse ante el enemigo. Como los habitantes de Numancia, antes el suicidio a manos propias que caer en manos del enemigo.
Y luego me preguntan por qué no creo.
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BOLA EXTRA
Evolución de las subvenciones a los sindicatos. (Fuente: elconfidencialdigital.com)
2 respuestas a «Los irreductibles»
Miguel, creo que tienes mucha razón, pero yo tengo la esperanza de que las generaciones más jóvenes ya no sean del «Betis manque pierda», yo creo que en la gente más joven hay un sentido político bastante más crítico, espero y confío en que vendrán cambios. A los más viejos ya solo les queda morirse sin verlo, o no…
Esto me recuerda lo que dijo mi hijo cuando el público votó a Chikilicuatre para ir a Eurovisión: «eso les pasa por dejar votar a la gente»