Categorías
General

Inclusión/exclusión

Miguel Pérez de Lema

De las tres revoluciones posibles, la revolución política, la revolución social, la revolución tecnológica, sólo se ha quedado atrás la primera.

Vivimos en un régimen político hueco. La democracia se ha desnaturalizado y se ha convertido en eso, en un régimen. Un régimen excluyente para cada vez más millones de ciudadanos.

El régimen democrático se defiende acudiendo a sus valores fundadores, al papel mojado de sus constituciones, para sostenerse. Pero ha renunciado a cumplir sus objetivos, y ya sólo es una forma de tiranía, que se autojustifica y traza una línea fronteriza: dentro/fuera.

La sociedad post democrática, en la que vivimos, es una nueva sociedad de castas. Castas intocables (incluidas) que se nutren del resto (excluidos). La casta de funcionarios, la casta de los políticos, la casta de los poderes económicos en connivencia con la casta política, la casta de aquellos que gozan algún privilegio legal (subsidios, compensaciones) que fue legítimo en su origen pero va dejando de serlo a medida que nuevos ciudadanos con iguales o superiores capacidades ya no tienen acceso a esos derechos.

Las élites intelectuales atrapadas dentro de las masas que van quedando excluidas, empiezan a tomar conciencia de su diferencia. La clase media productiva, hasta cierto punto acomodada, está siendo esquilmada y empobrecida en un proceso continuo. Y por debajo de ellos, ha surgido un nuevo proletariado de inmigrantes y jóvenes, al que sólo le espera la miseria y la desprotección, incluso teniendo empleo.

Los abundantísimos mecanismos de ingeniería social y depreciación moral que velan por la estabilidad del régimen democrático, han sido hasta ahora eficaces. Los nuevos proletarios carecen de la vieja conciencia de clase que hizo poderosos a los proletarios de otras generaciones.

El individualismo ha logrado que, efectivamente, el nuevo excluido, el expoliado, se sienta sólo e impotente ante el mercado. Y aun más, ha logrado que el nuevo proletario excluido, el miembro de la clase media esquilmada, no se reconozca a si mismo y crea, gracias a las puntuales compensaciones que le provee el consumo, que participa de la democracia en igualdad de condiciones con las castas incluidas en ella.

O quizá, que si bien no han alcanzado ese estatus de privilegio, este es accesible. Y esto puede decirse de aquellos que han tenido algún momento de reflexión, de la élite intelectual, que supone una minoría frente a la inmensa masa acrítica de excluidos que sienten los síntomas de su exclusión pero son incapaces de diagnosticarla.

La degeneración del ideal de la democracia en una cleptocracia hiperburocrática de castas, la desigualdad sistematizada, no son suficientes para promover una revolución política. La abulia de la sociedad, la puerilización y el embrutecimiento controlado de los individuos, y un nivel mínimo de prosperidad, hasta ahora, lo evitan.

Lo evitarán hasta que el edificio del sistema de castas se colapse. El régimen durará mientras dure el ensueño del consumo. Pero el hambre aviva el ingenio. Y en una situación de desempleo masivo y sostenido, de empobrecimiento de las clases medias, de ausencia de oportunidades para la juventud, parece inevitable que las masas excluidas comiencen a tomar conciencia de su situación. A exigir su inclusión.

La historia nos ha enseñado la virulencia y la rapidez con la que las masas excluidas, una vez que se inicia un movimiento revolucionario, se suman a quien se postule como mecanismo de inclusión. El modelo de la revolución francesa triunfó por ello. Y se repitió en las revoluciones comunistas, fascistas, socialistas, anarquistas, islamistas, del S. XX.

Si como hemos dicho, la revolución social y tecnológica ya han sucedido, es posible que se produzca una revolución política. Sería necesario que antes se produjera una crisis económica mucho más intensa y duradera que la actual, y más tarde, la aparición de algún movimiento político oportunista de inclusión, que asista a las masas.

Lo deseable sería que la democracia fuera capaz de regenerarse, de volver a sus orígenes, y a funcionar como un sistema incluyente plural, y no como la tiranía de castas que ha devenido. Eso evitaría el estallido de procesos revolucionarios, que suelen ser violentos, y el advenimiento de sistemas incluyentes oportunistas, que suelen ser totalitarios.

Veremos a ver.

13 respuestas a «Inclusión/exclusión»

¿ Qué queda por decir ? Ah, sí, que la casta dominante es idiota y egoista, y no vela por el futuro de sus propios hijos. Si fuesen más listos harían un sistema de dominación estable y duradero… pero esto se les acabará yendo de las manos, como bien augura Miguel. Mirando sólo el presente inmediato y enriqueciéndose a manos llenas no se preocupan seriamente del futuro… Eso les da una esperanza a nuestros hijos.

Es una artículo brillante. Lo que veo preocupante es que como no hagamos algo pronto para regenerar la democracia (porque sola no se va a regenerar, o al menos «mi optimismo» no llega a tanto) lo vamos a lamentar todavía más. Y estoy harta de estar «pre-ocupada» sin más, en vez de ocupada en la resolución de problemas.

Felicidades, Miguel, por una diagnosis dura y veraz. Uno de los lastres de nuestra democracia es la corrupción municipal, y peor aun, la connivencia de los menesterosos con esta de la que esperan favores y componendas. Si tenéis la oportunidad de ver el mapa de la corrupción municipal os podéis caer de culo. Es de dimensiones estratosféricas.
He sido muy cumplidor en democracia, voté desde las elecciones del 82 hasta hoy en todas. Cierto que siempre a formaciones extraparlamentarias y pintorescas, huyendo del voto (in)útil.
Ahora he tomado una decisión con la que me siento en paz. Me abstrendré en las apróximas municipales y en las generales. Creo que mientras la actual y privilegiada casta de políticos de perfil bajo se sienta mínimamente respaldada por un cuerpo electoral suficiente seguirán trabajando para la dotación de más y mejores preivilegios, pensiones, dietas. A cambio trabajarán algo, no lo dudo. Pero ya no me basta. Creo que la abstención, con todo el riesgo que comporta, se abre como una opción legítima para mostrar nuestro desacuerdo con el giro perverso que ha tomado la democracia en España. Un alto porcentaje de abstención deslegitimaría el sistema y a sus responsables obligándoles a una profunda revisión de su responsabilidad en ello.
En el fondo se trata de echarles una buena bronca por no hacer los deberes.
Como en todo ahora necesitamos una democracia 2.0 y nuestros políticos no verán la necesidad salvo que nosotros los electores se lo hagamos ver.

Brillante en la forma. Veraz a más no poder en el fondo. Y aún se queda corto. Porque las castas existen más allá. Doy fe.
Lo veo en el cole de mis hijos. Si procedes del ICAnosequé , de tal Universidad, tu mujer de tal colegio o, simplemente trabajas en … o en … o vives junto a … a eres íntimo de… Ya está: o dentro de (ciertos miramientos) o fuera (sin miramientos de ninguna clase). (No todos, ¿eh? tambien tengo que decirlo).
Lo veo en la calle, en el pueblo, en el barrio.
Antes era: tanto tienes, tanto vales. Ahora igual pero más.

François, no sé si conoces el movimiento republicanista de García Trevijano. Lleva años divulgando la idea de la abstención masiva como forma de revolución democrática.

Ah! por cierto… hay varias maneras de votar en las elecciones:

– voto util (a una lista de inutiles)
– voto inutil (a una lista de utiles)
– voto en blanco (no eliges a ninguna de las listas presentadas)
– voto nulo (para eso hay que tachar todo o poner alguna obcenidad) (significa que estas en contra del sistema y de las elecciónes)
– abstención (quedarse en casa o en el bar y pasar de las urnas) (significa que todo te da igual… que pasas)

Yo voto por la obcenidad democrática… y hago propaganda de mi sistema.

Figuraos la noticia posterior:

Votos emitidos 80%
Abstención 20%
Votos PSOE 12%
Votos PP 15%
Votos Otros 3%
Votos nulos 70%

Si el 20% del censo electoral se abstuviera y de los votantes un 70 % fuera nulo. ¿Podria un partido politico gobernar con el 15% restante?

The answer, my friend, is blowin’ in the wind,
The answer is blowin’ in the wind.

Yo soy partidiaria del voto nulo con mensaje: esto es, invalidar la papeleta escribiendo en ella: estamos hartos de la partitocracia o algo por el estilo, para que entiendan que no es que te hayas equivocado votando, sino que no quieres seguir formando parte de este sistema.
Y mira por dónde, me he encontrado con que los que pedían el voto en blanco, lo proponen también: voto nulo de reproche

Completamente de acuerdo, Miguel, con tu artículo.

Especialmente con el último párrafo.

Hace no mucho tiempo, en este mismo blog, no recuerdo quien dijo «La ira te hace manipulable» y eso es algo que, a mi, me da bastante miedo; viendo como la gente está cada vez más enfadada, desengañada; como se permiten hablar con total ligereza acerca de temas tan delicados (a mi entender) como la pena de muerte; sobre todo a colación de los últimos excarcelamientos de etarras…

En fin, como decía el Maestro Yoda “El miedo te lleva a la ira, la ira te lleva al odio y esta al sufrimiento…”

El lado oscuro nos acecha, ahora, más que nunca, tenemos que tener la mente despejada.

te pasas tres pueblos.
No queda ninguna p orque nunca han existido
Una revolucion cuesta una pasta y quien la financia lo hace para si mismo
todas las revoluciones son asi
busca el que paga, transporta y reparte las armas y luego dirige militarmnete a los armados
La revolucion asi era para el que la ha apgado
por eso nunca ha habido, ni habra, revoluciones
Libia Siria Egipto MArruecos…todo eso tan de moda es mentira
Busca a «Inversor» y tendras tus respuestas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *