Otra noche de reyes

por hijadecristalero

Es la una y media de la madrugada y no hay manera de que estos cabrones se vayan a la cama. Con eso de que es la noche de Reyes y ya no son unos niños pequeños, me han sacado un par de partidos extra a la Play. En cuanto acaben éste, les echaré de aquí sí o sí.

Desde que cambiamos de clase social, se han acostumbrado a pedir ropa, y ya saben lo que encontrarán bajo el zapato: han venido conmigo a comprarlo (adolescentes). El asunto tenía más gracia cuando antes de acostarse ponían un cubo de agua para los camellos y se aseguraban de que hubiera turrón y tres copas en la mesa, cuando los Reyes éramos los padres (ahora es la madre) y en las brillantes cajas de colores sólo había juguetes.

Pero no me resisto a que la magia se evapore y siempre me las ingenio para ponerles alguna sorpresita, aunque sea del todo a cien.

Mi primogénito se fue por la tarde con los amigos y pude envolver sus sorpresas: una caja de herramientas nueva – y vacía: la que tenemos se ha roto-, una taza para el desayuno, el pijama más barato que había en Alcampo y El arte de la guerra, de Sun Tzu. Sé que esperaba una impresora, pero esto es lo que hay.

La pequeña se ha quedado pegada a mí como una lapa y todavía no he podido envolver lo suyo, que viene a ser más o menos lo mismo, pero con libro romanticón para adolescentes (lo único que lee. Su hermano pasó una fase Señor de los Anillos en su momento), sin pijama –por suspender 4 y por tener ya 2 pijamas- y sin caja de herramientas. Podría regalarle una fregona –ella es la que recoge la cocina-, pero no le habría hecho ni la mitad de ilusión que le hará a su hermano la caja.
Como me lea la Pajín me manda detener y me reeduca a los niños.

Me los convertiría en un par de gilipollas que llorarían al ver que los Reyes no les han traído la moto, que la ropa no es de marca y que, un año más, el mundo les demuestra que no merecen todo por el mero hecho de haber nacido.

Pero hasta que la policía del pensamiento no me localice, yo seguiré disfrutando del pequeño placer de envolver unas menudencias que abrirán con curiosidad, y de la emoción de encontrar cada mañana de Reyes dos regalos sorpresa para mí –jamás sé que van a regalarme-. Y después, nos iremos a comer a casa de la abuela, que es donde los Reyes Magos siguen existiendo.

Espero que hayáis sido buenos este año.
Felices Reyes a todos.