«—Por favor… domestícame —le dijo.»
(El principito, de Antoine de Saint-Exupéry)
A veces incluso yo siento la necesidad de ser domesticada.
Por eso salí hace unos días del cuartel y me subí a un tren que me llevaría hasta el viejo macho.
Sólo salimos de su guarida para ir a por provisiones.
Y cuando me tenía domada, sometida, exangüe y acurrucada como un gatito sobre su pecho, me escapé de la cama y salí a la calle, a vagar sin rumbo fijo con piernas temblorosas.
El temblor fue remitiendo poco a poco: tarde o temprano tendría que coger otro tren para regresar a la vida castrense del ejército. Me fumé un cigarro, compré unas cervezas y volví junto al viejo macho sumisa y complaciente.
Como una perra agradecida.
0 respuestas a «Domestícame»
Muchas veces tomé el tren de regreso.Otras muchas compré mercaderia para atrincherarme en nuestra guarida rogando no abrir la puerta al exterior.Muchas, hasta que nos dijimos basta.Sonaba lindo en algun momento la sensación de domesticarnos. Tambien sonó lindo el adios-Susana ( una mujer argentina)
Obviemos el duplicado.Tema de compu. (susana Una mujer argentina)