Miguel Pérez de Lema
Los confidenciales nos han aclarado largamente la filiación de muchos de los actuales jerarcas socialistas como hijos de los viejos jerarcas falangistas. -Buscad y lo encontraréis-. Poderosos de provincias que se reciclan de generación en generación, de régimen en régimen. Gatopardismo ibérico: «algo tiene que cambiar para que todo siga igual».
No es de extrañar la insidia de la «Memoria Histórica». Tenían de quién aprender a dividir y señalar. Aprendieron de ese género escultórico que proliferó en la posguerra, sembrando en cada pueblo su monumento a los caídos por la cruzada. Memoria histórica selectiva. Los de un lado, sólo los de un lado.
España, siempre se fríe de un lado o de otro lado, en esta sartén de odio, en lugar de hacer entre todos un horno que caliente a todos por igual y cocer un buen pan común, el pan de la paz.
Pasa que seguimos siendo pobres y ni siquiera hemos dejado de ser miserables. Por eso hay que meterse en la trinchera, y hablar de los míos, de lo mío, de qué hay de lo mío.
Pasa que somos cada vez más los que sólo tenemos con el poder y con España y sus facciones una relación de hastío. De total antipatía.
El sectarismo del PSOE tiene su ranciedumbre fatal no sólo porque a veces amaga y suena al PSOE que montó una revolución contra el orden republicano, sino porque recuerda al poder/poder de los 40 años. Los de siempre. Insumergibles.
Covachuelistas inútiles, trincones horteras, y pajines con mucha grasa en el pelo.
Recuerdos de la Falange mala -sí, hubo una Falange buena, y un anarquismo bueno, y un republicanismo bueno, y hasta un comunismo bueno, todos perdedores, todos inocentes, todos idealistas, todos carne de cañón-.
Lo cual que siempre ganan los de siempre.
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Imágenes del monumento a los caídos en Torre Pacheco, Murcia.
Vista frontal y detalle de las cuatro caras.
Frente
Detrás
Lateral 1
Lateral 2
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Lo de las querencias tribales viene ya de Atapuerca, creo yo. Y seguimos siendo pobres, sí, pero de espíritu.
Sin embargo, yo tengo la sensación de que cada vez hay más gente que se da cuenta de que en las dos facciones huele a podrido.
Había ilusos en ambas facciones, y sigue habiendo ilusos. La piel de toro sigue siendo solo una de las 64 casillas del tablero. Lo que ocurre no se entiende sin analizar toda la partida de ajedrez.