por Juan Hopplicher
La cosa fue más o menos así. En el comienzo fue Dios, luego el Leviatán. Al primero lo matamos y el segundo se expandió tanto que ya no sabíamos ni como asirlo. Nos quedamos sin rompeolas frente al miedo. No por azar vino la liberación sexual y creímos encontrar una nueva plenitud. Miramos a la otra mitad de nuestra especie y ya no vimos un opuesto sino un complemento. De nuevo ya no estábamos solos, la Pareja iba a salvarnos. Por supuesto esta nueva panacea era aun más endeble que los anteriores, pero no lo sabíamos.
Hasta que tomemos conciencia del engaño del Otro seguiremos entrando en los bares como animalitos ansiosos que suplican ser mirados.
0 respuestas a «Plenitud»
clap, clap, clap
Qué bonito y que bien escrito pero ¡caramba! que poca esperanza queda en el mundo…
siempre hay que tener una ventana abierta, sino la vida es un poquito una mierda.