por Marisol Oviaño
Fotografía: Alex Santelices Oviaño
A los quince años, apenas sabía hacerme un bocadillo.
Ahora puedo dar de comer a un regimiento.
A los quince años, pedía la paga a mi padre.
Ahora cuando salgo a cazar, nunca vuelvo de vacío.
A los quince años, necesitaba frases largas, metáforas cursis y lugares comunes.
Ahora me bastan dos palabras sin adornos: tango abatido.
A los quince años, nunca dudaba del amor.
Ahora ni siquiera sé poner nombre a lo que siento.
0 respuestas a «La inútil voz de la experiencia»
¿sabés que a mi me suele pasar lo mismo????, y de vez en cuando,lo que es peor peleo x algunos lugares comunes que simplemente «aparecen».Saludos. Susana ( una mujer argentina).