El 7 de febrero de 1920 los bolcheviques fusilaron al Almirante de la Flota Imperial Rusa Alexandr Vasilievichi Kolchak. Una de sus misiones fue salvaguardar una parte de la Reserva de Oro del Imperio, más de 500 toneladas en lingotes, monedas, joyas y piezas de orfebrería.
Miró a la muerte de frente, rechazando la ignominiosa propuesta de vendarse los ojos. Así nos lo muestra la producción cinematográfica “Admiral” (2008) y así lo atestiguan todas las fuentes históricas que hablan de la vida de este oficial en el ejército del último Zar Nicolás II. Tampoco aceptó huir disfrazado de oficial checo. No había instruido así a sus soldados, cadetes y marines.
Mantenerse lúcido en aquellas circunstancias era casi imposible. En Rusia se llevaba a cabo un experimento cruel de transformación de la persona en un ser diferente y atípico, representante de una nueva ideología que nadie entendía, rehén de un sistema totalitario, injusto, aberrante. La pregunta que se hacían en el interior y fuera del país era ¿qué está ocurriendo y cuál es el camino a seguir?
¿Por qué el Almirante no huyó con el tesoro al extranjero? A Francia o Inglaterra, por ejemplo, países aliados en aquel momento. Hubiera podido fundar un banco, hacerse fabulosamente rico y disfrutar de la vida rodeado de luces, copas de champán y hermosas mujeres. Lo tuvo tan al alcance de la mano… Dicen que eso hizo el Jefe de Finanzas de la Legión Checa, encargada de la defensa del “tren de oro” en su ruta por el Transiberiano: de vuelta en su país abrió un banco, poniendo así las bases del ulterior desarrollo económico de Checoslovaquia. A lo mejor los que afirman tal cosa son ultranacionalistas propensos a todo tipo de exageraciones. Lo cierto es que con traición se pueden hacer grandes riquezas, y cuanto más innoble es la traición, tanto más grande es la prosperidad de quien la comete.
Alexandr Vasilievichi Kolchak comenzó su carrera como oficial en el crucero “Rurik”. En los ratos libres de la expedición hacia Vladivostok, estudiaba hidrología y oceanografía, empezó a aprender el chino y analizaba, lápiz sobre papel, el desarrollo de las batallas navales más importantes que tuvieron lugar a lo largo de la historia. Atento, autodidacta y siempre observador de la naturaleza humana.
A los 30 años, durante el sitio de Port-Artur (Guerra Ruso-Japonesa) hundía el Crucero Japonés “Takasago”, atrayéndolo a unas aguas sembradas de minas. Con el paso del tiempo se volvería uno de los mejores expertos en la colocación de minas, utilizando este método en la guerra contra los alemanes. Fue distinguido por su bravura con “El Sable de Oro de San Jorge”, una hermosa arma enjoyada con la inscripción “Por el coraje” grabada en el guardamano. La arrojó por la borda años más tarde, en junio de 1917, cuando los marines sublevados de Sevastopol le ordenaron rendir sus armas. Su gesto es recogido por todos los libros que sobre él se han escrito, y en la película tiene una simbología aparte.
Monárquico convencido, se entrevistó personalmente con el Emperador Nicolás II, quien le invitó a su residencia para otorgarle el grado de Vicealmirante y Comandante de la Flota del Mar Negro, honor que conocieron pocos.
Durante la Guerra Civil dirigió el Movimiento Blanco, reuniendo bajo su mando todas las fuerzas antibolcheviques hasta que fue traicionado y entregado al Politcentro de Irkutsk por el general francés Maurice Janin, aliado y comandante de las tropas occidentales,
El final ya lo conocen.
Dicen que parte del oro de Kolchak, unas 200 toneladas, yacen sobre el fondo del lago Baikal, a una profundidad de más de 1500 metros. En su huida con el botín, a principios de febrero de 1920, la Legión Checa topó con tropas bolcheviques que habían minado previamente uno de los 38 túneles que el “tren de oro” debía atravesar. La explosión arrojó el convoy al agua helada del hermoso mar siberiano donde sigue hasta hoy día. La búsqueda no cesa y la leyenda del oro maldito sigue creciendo. También a principios de febrero del mismo año mataron a Kolchak. La gente que habita en la zona cree que entre los dos sucesos existe un vínculo muy estrecho. Seguirle la pista puede traer mala suerte, desgracias o incluso muerte. La primera fue la del Admiral mismo que, rodeado de tanta riqueza, eligió vivir pobremente en medio de su tropa.
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Filmografía:“Admiral”, largometraje, Rusia, 2008
“El tren-fantasma. El misterio del oro de Kolchak”, documental, Rusia, 2010
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Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena
0 respuestas a «El oro de Kolchak»
Gracias, no conocía a Kolchak. Buscaré la peli. Siempre, aunque no compartas sus visión de las cosas (como lo de monárquico y militar, en este caso), se agradece que haya gente que es consecuente con sus ideas.
Y espero que la siga habiendo.
Yo no sé si entraría dentro de esta categoría… Seguro que no. Pero se intenta.
Muy buena entrada y gracias por ilustrar (me).
Salut.