por Marisol
Bendita pereza.
Hace dos semanas que me dedico a holgazanear: en los últimos días no he escrito una sola línea.
Ni falta que me ha hecho.
De vez en cuando un escritor necesita dejar la pantalla en blanco apagada y bien apagada, irse a la playa con un libro bajo el brazo y ser sólo un lector.
Aunque la puta mente, escritora al fin y a la postre, no descanse.
Y para dar reposo a esa tirana, os recomendaré dos libros que me han fascinado este verano: La ciudad del trueno de Miguel Fortea , y El hombre que amaba los perros de Leonardo Padura.
Prometo reseñar cuando se me pase esta bendita pereza.