por Robert Lozinski
Fotografía en contexto original: ngenespanol
¿De quién es la victoria del fútbol español?
¿Quién se la adjudica? ¿Catalanes, aragoneses, madrileños, gallegos?
Yo soy ciudadano rumano, tengo nombre polaco y he nacido en la antigua república soviética de Moldavia. Fui bilingüe –todos lo fuimos- y vibraba ante los triunfos de la selección soviética de hockey sobre hielo. Todos lo hacíamos, moldavos, georgianos, armenios, uzbekos, rusos. Eramos ciudadanos soviéticos y vivíamos en un país grande, unido y fuerte. O al menos así nos lo hicieron creer. Y la verdad es que llegamos a creerlo y a nadie, que yo sepa, se le ocurrió ponerlo en duda. Bueno, salvo a unos pocos, mucho más inteligentes y más listos que nosotros, los borregos.
Aquello era más complicado todavía. Hablábamos lenguas diferentes que nacieron de madres intolerablemente distintas. Brindábamos con vodka al oír el himno de la Unión Soviética y al ver alzarse la bandera roja con hoz y martillo en la esquina.
En Sudáfrica hubo una sola bandera española. Unica e indivisible. Para mis amigos rumanos Puyol es tan español defendiendo su área como Villa metiendo tremendos golazos. ¡Viva!
Circunstancias como estas hay muy pocas en la historia. Un inesperado argumento frente a patrañas ideológicas de cualquier tipo. En la unidad está el poder. El conjunto español lo ha demostrado.
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Robert Lozinski es autor de La ruleta chechena
0 respuestas a «En la unidad está el poder»
Me alegra que alguien no español escriba sobre el asunto: a ti no podrán acusarte de madrileño anticatalanista 😉
Gracias, Marisol. Bonita foto.
Yo siempre he pensado como tú, aunque ahora me hago una reflexión: el poder… ¿para qué? ¿para quien? Si hubiera democracias reales pues podríamos identificarnos con proyectos gigantescos, de millones de personas, imperios… pero tal como van las cosas, grandes naciones, supranaciones, solo debilitan al ciudadano, que queda mucho más insignificante ante el poder de facto. Es más fácil controlar, y llegado el momento derribar, al alcalde de tu pueblo que al Zar de todas las Rusias.
Y ¡qué pena!, pues yo era de los tuyos…
¡¡¡Bravo Robert!!!
Sí «si hubiera democracias reales», tú mismo lo has dicho, Luis. Somos muy imbéciles para creer en líderes «carismáticos» como Gorbachov, por poner un ejemplo, que se enrollan de puta madre sobre el escenario, reciben un Premio Nobel por la Paz y dejan atrás un país (o una parte del mundo) roto y en ruinas. Tú no lo has vivido pero yo sí. Yo no defiendo las dictaduras, por Dios, sólo me limito a observar y lo que veo es horrible. Hay regiones en el mundo que es imposible democratizar. Cualquier proyecto de este tipo fracasaría lamentablemente. Uzbekistán no es Europa. Allí gran parte de la población no sabe escribir bien su nombre. China, por ejemplo. Imagínate mil millones y pico de chinos votando. Sólo en papeletas el gasto sería enorme. Y los ejemplos pueden seguir. Hay democracias antiguas, jóvenes y por nacer. Pero también las hay utópicas. ¿Qué ocurre en Afganistán y en Irak? Seamos realistas, por favor.
No no, si te he entendido bien… yo lo que digo es que creo que es más fácil organizar de una forma justa un pais pequeño que uno grande… una democracia pequeña que una gigantesca. Sólo discrepo de ti en lo del poder; no creo que por ser mayor, un pais tenga más poder, y mucho menos sus ciudadanos. El poder lo tiene quien lo tiene, y no lo comparte, lo ejerce. Y no es muy democrático precisamente. Y hay poder en parte de occidente (unos pocos), y en China, y en el petróleo, y en el islam, y poco más. Y el pueblo vasco o el catalán no va a ser más poderoso por pertenecer a España, ni los chechenos por pertenecer a la antigua Unión Soviética… Poderoso es
Israel y es muy pequeño, o Suiza, o Japón.
El poder no está en el tamaño de un pais, sino en sus motivaciones. Un pais grande pero dividido entre sus gentes es un pais débil.