Miguel Pérez de Lema
Estas modelos de finales del XIX llevan los coños tapados, jugando al erotismo, a esa cosa tan así del buen gusto. Los coños visibles son porno, salvo si el coño es de mármol, entonces es arte clásico. Y el arte clásico es un porno anterior al porno porque al porno se llega por el erotismo, y el erotismo es la degeneración de la pureza clásica.
El erotismo es posterior al pecado original. A lo mejor es incluso simultáneo.
En esta vida hay reglas de juego para casi todo.
Miguel Ángel, amparado en los clásicos, en la loca y libérrima era del Renacimiento, quiso volver a un mundo sin pecado y llenó la capilla sixtina de pollas y coños.
Luego, en tiempos de mayor miramiento, hubo que llamar a un pintorcillo de tercera para que cubriera las vergüenzas de los personajes de la historia sagrada. El encargado de devolver al buen gusto la obra de Miguel Ángel lo recuerda la historia del arte por el sobrenombre despectivo de «braguetone», porque se dedicó durante meses a pintar unos oportunos y ondeantes pañitos blancos justo justo por encima de los coños y las pollas de Miguel Ángel.
Miguel Ángel, había pintado la polla de Dios, qué tío más grande.
Pero ¿es porno la polla de Dios? A lo mejor lo que es porno es la misma idea de representar a Dios como hombre, pero sin reconocerle verdadera dimensión y pasiones de hombre, como sí hacían los clásicos. El resto, o sea la polla, no es más que su lógica consecuencia anatómica. Aunque todo esto es sólo así de retorcido tras pasar por el depravado y rijoso punto de vista del catolicismo.
¿O es que Dios debería ser como un Madelman, de hiperrealista musculatura y proporciones pero sin polla?
Ahora los modernos cantamañanas en lugar de hablar de Dios te hablan de «energía», de «unión con el cosmos» para no reconocer que su forma de beatería es una hija bastarda que el catolicismo ha tenido con un gurú tarado. En todo caso sabemos esto: el cosmos no tiene polla, lo cual lo aleja por completo del porno. Y sin necesidad de ponerle bragas.
Apolo sí tenía polla y bien que la usaba, y los faunos, y los sátiros, y las romerías de Dionisos iban encabezadas por jóvenes desnudos que sujetaban enormes pollas, y Venus saliendo desnuda de su concha es la apoteosis del coño.
Roma era porno.
Grecia era porno y sodomita.
El renacimiento estaba condenado a fracasar porque la mirada del hombre ya se había ensuciado y no podía tolerar la vista limpia de un coño y una polla. Y le pusieron bragas, erotismo.
Hay que pasar por el porno para volver al pagano, atlético, y saludable clasicismo.
0 respuestas a «Retroerotismo»
Magnífico artículo. Este sitio de Proscritos se está convirtiendo en uno de mis favoritos.
Estoy totalmente de acuerdo con lo de: Hay que pasar por el porno para volver al pagano, atlético, y saludable clasicismo.
En algunos pasajes del artículo, te sales. Me descubro.
Aunque no me ha quedado clara una casa: al final ¿qué hacemos con Dios?
Aún más «peliagudo» era el asunto de la representación del bello en el sexo masculino y femenino… A excepción del David de Miguel Ángel, poco pelo aparecía por ahí… Fue Courbet quien finalmente reconoció la realidad sexual femenina, mostrando en L’origine du monde que sí, que las mujeres no somos coñitos angelicales y virginales, sino que estamos dotadas de pelitos que entre otras cosas, con su aparición empiezan a indicar que nos preparamos para ser eso, el orígen del mundo.