por Malvi
Los amigos acaban de marcharse.
La cocina está patas arriba:
platos sucios,
trozos de pan,
cajas de helados,
botellas vacías.
Mi cuerpo todavía conserva
el calor de los abrazos
de mi mejor amiga.
Ella sabe mejor que nadie cuánto me ha abducido la literatura los últimos años y cuánto me cuesta abrir la puerta para celebrar fiestas que me distraen de mi labor.
De quienes no podían quedarse a cenar
pero pasaron antes a darme un abrazo
y traerme unas flores.
De los que vinieron en pareja
de los que vinieron solos
de quien llegó tarde.
En el salón todavía arden
una de las velas con aroma a chocolate
y mi corazón.
.