por Tímido Celador
El camarero ha dejado dos cañas bien tiradas ante nosotros y hemos brindado “por nosotros”; aunque creo que ella no estaba pensando en lo mismo que yo. Cuando le he dicho el nombre completo del Guru, me ha besado en los labios por la emoción, sin darse cuenta. No había sexo en ese beso que yo atesoraré siempre.
– Y ¿te ha dado permiso para que vaya a verle? ¿De verdad?
Aunque puedo presumir de tener una relación más o menos íntima con él, no sabía que había sido un hombre tan importante para la historia de la música de este país. Los nombres de artistas que Laura me recita con ojos brillantes, me son totalmente ajenos. Mis padres sólo oían copla y a mí sólo me interesa el jazz de músicos muertos.
Había pensado invitarla a cenar, pero el teléfono no para de sonarle y oigo que queda con unos amigos –pintores, escultores, actores, arquitectos, gente así- dentro de quince minutos en un restaurante cercano.
– Vente si quieres.
Pero yo sólo soy celador. Carezco de glamour intelectual, de empuje, de estética personal y de ambición. No tengo fabulosas historias que contar. En común con sus amigos sólo tendría la vanidad: no quiero que piense que yo no tengo plan.
– Me encantaría, pero he quedado yo también.
Cuando salimos a la calle, me da dos besos apurados: llega tarde.
Quedamos en vernos en la residencia.
Camino del aparcamiento, mi sombra me hace un corte de mangas.
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0 respuestas a «El guru y otras hierbas, 50»
Gracias por este regalo de cumpleaños.
Me cago en los pintores, escultores, actores, arquitectos y en su glamour intelectual.
Es mucho más interesante leerte. Algo muy evocador a medida que entra la noche…
Bs.