Miguel Pérez de Lema
Sabe uno que se ha hecho mayor cuando empieza a hablar de «sus tiempos» y hace comparaciones en las que los usos de hoy le resultan extraños y ofensivos.
Eso me ha pasado con algo que creía tan inocente como el fútbol de los niños. Le he acabado cogiendo tirria, y comparándolo con el deporte de «mis tiempos» me parece que muchos de estos niños de hoy son más blandos que la mierda de pavo, y que sus mamás los han pervertido hasta hacerlos unos inútles sin remedio.
Y me da lástima de ellos, y me pone enfermo ver cómo los malcrían y los engañan.
Muchos de estos niños que lo tienen todo, que ven dos partidos en la tele y se encaprichan y piden que les busquen dónde jugar y ya tienen al día siguiente una ficha para competir, un entrenador lamerón, una equipación reluciente y unas botas de profesional, y unos campos nuevos que se mea la perra, sólo carecen de una cosa, de ganas.
De ganas en general.
Son niños, para mí, muy raritos, muy blanditos, como si en lugar de sangre les corriera nocilla por sus escleróticas venas de obesos precoces.
Me parece que no les ayuda que su falta total de esfuerzo venga unida
por la ausencia del mínimo coraje por parte de muchos responsables de los equipos infantiles, esa filosofía mongoloide por la cual todos somos iguales y tenemos el mismo derecho a todo, independientemente de nuestra valía, aptitud, o interés.
Resulta que en el equipo de mi hijo -y entenderéis que cuento esto por lo que pueda tener de pequeño reflejo sociológico- todos juegan el mismo tiempo. Da lo mismo que se esfuercen o no, que ayuden al compañero o no, que se sacrifiquen por el equipo o no, que tengan talento o habilidad o no, que sean capaces de correr de aquí allí sin que se les salgan los pulmones por la boca o no.
Todos iguales.
Cualquiera que tenga dos neuronas o haya hecho media hora de ejercicio en su vida, entiende que el deporte consiste exactamente en lo contrario. En diferenciar al apto del inepto, y premiar el esfuerzo para tirar de los torpes hacia arriba y hacerlos mejores.
La vida, yo creo que también es así. Por eso me interesaba que el niño jugara al fútbol, pero ahora descubro que ha caído en una especie de club del mínimo esfuerzo. En vez de niños, parecen sindicalistas.
Salen cada sábado a jugar contra niños de verdad, porque por ventura todavía quedan por ahí niños bravos, despiertos, vivarachos, y les meten 12 a los nuestros, y a los nuestros ¡les da igual!.
Da lo mismo perder o ganar, y da lo mismo perder de uno que de diez. Nada importa.
Estos niños van para dependientes del burrikin, para mansa carne de cañón, o es que yo estoy tan fuera de juego que no entiendo nada y soy un sádico porque le digo a mi hijo que ha hecho algo mal cuando lo ha hecho mal y que bien cuando lo ha hecho bien.
Me jode tanto verlo con esa panda de desahogados.
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0 respuestas a «Más blandos que la mierda de pavo»
Miguel: tu artículo es fuerte, solamente con leer su título.Creo que «los mierda de pavos blandos» somos todos los que componemos este sistema.Nosotros, los padres, x no poder ver la diferencia entre «jugar» y «competir».x no saber en su momento que nuestro hijo está para grupos de talento o no, las motivaciones son diferentes, en el futbol y en cualquier rama donde nos destaquemos,quizás a la mayoria nos falte esa mirada objetiva, no discriminatoria que ayude a trascender cualquier habilidad en los nuestros.Lo veo diariamente en el arte, soy actriz, independiente, de formación sólida,basada en estudio, trabajo y disciplina, y juro tener que lidiar con grupos que ni siquiera saben quien era Stalisnaski x darte ejemplos.Sé lo que es ser convocada y tener que irme de ensayos x la gravedad de la falta de devolución y conciencia del que tengo en frente.Y asi se bastardea todo, en cualquier disciplina, indigna sí. Susana ( una mujer argentina).
Pues eso.
Vaya, qué mala suerte has tenido con el equipo de tu hijo.
Porque debe ser un caso puntual.
Mi hijo ha jugado durante cuatro años y yo sólo tengo palabras de agradecimiento para el fútbol, y en concreto para el último entrenador, que les hacía sudar como cabrones, les hacía pelearlo y reforzaba de manera muy positiva la educación que yo le inculco, esto es: si quieres conseguir algo, esfuérzate, lucha y pelea porque nadie- y menos mamita- va a dártelo por la cara.
Mi hijo se ha tirado partidos enteros en el banquillo o saliendo a jugar sólo diez minutos. En sus momentos de gloria creo que llegó a jugar medio tiempo. Y aun así era feliz, porque estaba imbuido del espíritu de equipo y aprendió a asumir que hay que darlo todo. Ahora se queja de que muchos profesores del Insituto no imponen disciplina.
No eches la culpa a las madres. Yo he visto a infinidad de padres imbéciles protestando al entrenador porque el tocino de su hijo sólo ha salido cinco minutos para meter un gol en propia.
La culpa- ya lo has dicho tú- es de la estupidez generalizada y al cáncer de lo políticamente correcto. Pero eso no es patrimonio de las mujeres. Yo soy madre. Y en el primer partido de su vida, cuando iba corriendo detrás del balón y se frenó en seco al llegar a un charco, le grité con toda mi alma: ¡métete en el charco, cojones!
Ese es el espíritu.
Ocurre que, debido a que todos queremos que nuestros hijos hagan actividades resulta que,al haber tal excedente de cupo,los clubs de futbol de toda la vida,los de baloncesto, las escuelas de ballet de música,están todas saturaras,no dan abasto. Aquí es donde llega el “problema”,se abren nuevas escuelas de todo,que en realidad no lo son.. yo les llamo corralitos,como los corrales donde se guardan las ovejas. En estos corralitos,nadie es realmente titulado, todos han hecho un ”cursillo” de 12 horas y ya con eso,se dan a conocer ante los padres,como los tutores,monitores,
maestros o entrenadores..de nuestros hijos.Me refiero con esto,que si los entrenadores lo fuesen de verdad,si el equipo de futbol no fuese ese que hay que pagar y al cual no
hay que hacer una prueba de selección para poder formar parte de este,todo sería distinto.
Pero no te cras,que también nos pasa a los padres que, queremos ir al fisioterapeuta,o al gimnasio a Yoga,Tai-chi, crees que todos esos cientos de(llamados profesionales)
en realidad lo son?? pues NO,vas a que te den un masaje en el cuello y puedes salir con un verdadero problema en las cervicales debido a que no saben con qué están tratando.. las clases de Yoga un tanto de lo mismo, puedes acabar lisiado si el “maestro” no te sabe guiar para que no esfuerces en exceso cierto músculo, etc. Lo mismo pasa con el homeópata,la dietista que trabaja para una franquicia… Y que te puedo contar más,que no sepamos.
El comentario de lo de las madres, mejor me voy a callar…
Sheila; estoy de acuerdo en todo.
Y con todas las que se puedan ir sumando, también.
(Ojalá al menos alguien reconozca mi valor suicida por probar a escribir unas líneas contra las dos vacas sagradas de nuestra post civilización: los niños fofos y sus mamás).
No volveré a hacerlo, lo prometo.
Jejeje, ¿estás llamando fofo a ese montón de huesos y puro nervio que es mi hijo?
Y con lo de vaca sagrada ¿me estás llamando gorda a mí?
Miguel, no te hagas la víctima, que estamos de acuerdo contigooooooooo.
Lo malo es que me temo que te estamos contestando madres que están solas con sus flacos hijos, madres que piden mano dura al entrenador (anda, se me acaba de ocurrir que a lo mejor los niños fofos y mimados son los que tienen padre y madre).
Lo de menos es lo que hayas dicho de las madres. El artículo destila una lucidez muy saludable y necesaria en estos tiempos políticamente correctos.
Por curiosidad, ¿qué edad tienen los niños a los que se refiere el artículo? es que no soy madre, ni tía, ni madrina, ni canguro… y todo esto que aqui se cuenta me queda muy lejano, en «mis tiempos» las niñas no jugábamos al futbol, y a algunas las apuntaban a clase de ballet, (desconozco si era para aprender «valores»), por fortuna, a mí no me dieron clases de ballet.
Totalmente de acuerdo con el artículo. El fútbol, sólo es una más de las actividades contaminadas por la suicida idea de que todos tenemos derecho a todo. Los deberes ya nos los conseguirá, papá, el abogado, o mi carita de pena.
Los malos tienen que hacer las mismas cosas qeu los buenos.
Los tontos que los listos.
Los guapos que los feos.
O es que acaso quieres discriminarme.
Empezamos con el» yo tengo derecho a estar en el equipo», aunque para ello, halla qeu cambiar todos los reglamentos establecidos, perjudicar al resto de niños etc. Y se acaba con una crisi económica mundial, porque todos tenemos derecho una licuadora, un adosado, un deportivo y un móvil de tercera generación.
10 y 11.
Una bonita historia de fútbol infantil
«Lionel Andrés Messi
Hijo de Jorge Messi y de Celia Cuccitini, nació en la Clínica Italiana de Rosario, Argentina.11 Con apenas cinco años, Lionel Messi dio sus primeros pasos en Grandoli, un club de barrio a pocas manzanas de su casa, al sur de la ciudad argentina de Rosario. Todo comenzó de la mano de su abuela materna, Celia, un referente muy fuerte para Leo. La abuela siempre llevaba a los hermanos a entrenarse al potrero, y el pequeño Messi se colgaba de su brazo y los acompañaba. Fue así como un día, Aparicio, técnico del club, estaba formando un equipo con niños mayores que él pero le faltaba uno; así que Celia lo alentó para que pusiese a su nieto. Era muy chiquito pero Leo «agarró la pelota, la paró, y salió gambeteando» según el propio Aparicio se quedó asombrado «pasaba los gambeteos a todos, y yo le decía patéala! patéala!». Aparicio además de ser el primer entrenador y descubridor de Messi, fue el primero que le bautizó como «La Pulga» antes de que el apodo se hiciese mediático, por lo pequeñito que era y la forma de jugar que tiene.
Dos años más tarde comenzó a entrenarse en las divisiones inferiores de Newell’s Old Boys, donde jugó hasta 2000. Leo lideró el mejor equipo de las categorías inferiores del club rosarino: «La Máquina del 87». Enrique Domínguez, quien fue su entrenador, declaró tiempo después: «lo dirigí en 1999, pero lo conocía desde la escuela de fútbol, cuando él tenía siete u ocho años. Y con la pelota el pibe hacía cosas en contra de la física. Al único que le vi realizar jugadas así fue a Maradona».
A los once años fue rechazado en River Plate, pese a que deslumbró a los técnicos, ya que se le detectó una enfermedad hormonal que afectaba a su crecimiento y cuyo tratamiento costaba 900 dólares mensuales por tres años. Durante un año y medio, la obra social de la empresa en la que su padre trabajaba ayudó a solventar los gastos, aunque luego el panorama económico se complicó. Fue entonces cuando Jorge Messi habló con unos parientes que vivían en Lérida y decidió marcharse a España para ganar más dinero.
Con trece años, Lionel Messi fue a probarse al FC Barcelona, bajo la mirada de Carles Rexach. Allí generó una gran impresión jugando con niños dos años mayores que él, a pesar de sus problemas de crecimiento y la importante diferencia física que a esa edad esto supone. El club catalán se ofreció entonces a pagar los costosos tratamientos a base de hormonas de crecimiento y el jugador rápidamente comenzó a destacar en la liga infantil con la camiseta de uno de los grandes de Europa. Este es el comienzo de una historia de esfuerzo y sacrificio, tanto personal como familiar».
Asi es: Messi es el ejemplo del talento y Celia (su abuela)su ferviente guia.Luego la historia, la autoestima.El reconocimiento.El mejor, en lo suyo.Palabras mas, palabras menos, todos coincidimos.Susana( una mujer argentina).
Gracias por la referencia de la edad, ahora que se pretende hiperestimular a los niños desde bebes para tener hijos prodigios cuando tengan tres años, y como por otro lado se les sigue llamando niños aunque se afeiten, una necesita referencias de edad para componerse la historia concreta que se cuenta.
Estoy de acuerdo con casi todos los que habeís escrito algo aquí. Yo también tengo un hijo al que le gusta el fútbol desde siempre y además tiene muchas aptitudes físicas para el deporte. Ha querido jugar al futbol desde siempre y también ha pasado por todo lo que comentaís y yo como padre también. Me he aburrido de decir a entrenadores de colegio que no todos tienen porqué jugar si no es lo suyo, no saben o no se esfuerzan, a lo que me han contestado: «a estas edades el deporte solo puede ser juego» y los niños salian llorando cuando perdian 12-0. A los que marcaban 12 sus entrenadores les gritaban y les exigian y no creo que sus padres tengan que pagar sesiones de psicoterapia por eso, a los nuestros a lo mejor si porque acaban considerandose unos inútiles. Ahora mi hijo está en un equipo en donde si que tiene que demostrar lo que vale, tiene otra edad y participa en una liga pero la herencia «blandita» creo que sigue ahí, porque el deporte también pide esfuerzo y coraje y forma a personas «recias» (como le gusta decir al tutor escolar de mi hijo) y eso de madrugar, jugar con frio, partirse el pecho para no perder el balón y no desanimarse cuando a uno se lo roban no lo lleva bien. El deporte como muchas otras cosas que hacen nuestros hijos, es educación y no se puede educar a nadie dismulando la realidad, no todo el mundo vale para todo ni se puede pretender hacer cualquier cosa sin esfuerzo y sin exigirse nada a uno mismo. Como decia Camilo José Cela, «…lo malo de este pais es que hay mucha gente aficionada….», el lo decia por los escritores malos pero creo que se puede aplicar a cualquier otra afición o profesión.
Generalizar nunca es bueno. Y este artículo es un claro ejemplo, y eso que a mí también me da mucha tirria un montón de cosas negativas que veo en los niños de hoy día. No tengo muy claro si se trataba de evidenciar una situación preocupante o insultar por insultar, empezando por las madres. Yo soy madre y veo a diario cómo muchos papás «pervierten hasta convertir en inútiles y blandos de mierda» a sus hijos, y más en cuanto a cualquier cuestión relacionada con el esfuerzo se refiere. Y sí, claro, también hay madres que lo hacen y me parece igualmente mal asunto.
Y también veo chicos que dicen querer jugar a deportes o apuntarse a actividades que no les gustan sólo por intentar cierto acercamiento con los padres, a pesar del sufrimiento que esto les conlleva. Y chicos que disfrutan con el deporte y sudan la camiseta. Y entrenadores que no valen un pimiento, y ceden a los caprichos de los padres que les exigen que, valgan o no sus hijos, jueguen el partido aunque sea mirando el reloj. Y entrenadores que saben hacer disfrutar a los chic@s y les hacen entender el sentido de lo que significa competir y participar, sin ceder a los caprichos de nadie.
Por eso, no, no todos aplaudimos su artículo y siento que su hijo sea un blandito y su equipo de fútbol tan desastroso. ¿Y cuál es su parte de culpa en todo esto? O es de los que tiran la piedra y esconden la mano detrás.
Interesante que Francisco sea un hombre. Interesante. (Que Dios nos coja confesados, Francisco).
A la mamá del comentario 14 le doy la razón en todo. En todo, y en general y lo que usted quiera. Ya se ve que usted es de las que «yo por mi hijo MA-TOOO» y a mí no me pagan lo suficiente para llevarle a usted la contraria.
[…] Me jode tanto verlo con esa panda de desahogados. Miguel Pérez de Lema Proscritosblog […]
[…] Me jode tanto verlo con esa panda de desahogados. Miguel Pérez de Lema Proscritosblog […]
Hola de nuevo, soy Nat, la mamá de la contestación número 14. Gracias Miguel por aludirme, para bien o para mal en tu respuesta, la número 15. Sólo decirle que por lo que leo se ha llevado una impresión equivocada de lo que quería exponer. No, le aseguro que no soy de las de «por mi hijo MA-TOOO», si con ello quiere insinuar que pueda ser una mamá que presupone que sus hijos lo hacen todo bien y son perfectos, y que nadie diga nada malo contra ellos. Y tal vez que yo misma soy una supermamá. No. Al revés. Soy muy consciente de lo difícil que es educar a los hijos, y de las meteduras de pata que hacemos cuando nos involucramos en ello, llevándoles incluso la contraria a sus deseos si aparentemente son caprichos. Por eso, mis hijos nunca tendrán «al día siguiente una ficha para competir», ni un super traje de lo que sea que se les antoje, porque aunque me lo pudiese permitir, no es la educación que les quiero dar. Yo sólo intento escucharles y entenderles, y apoyarles en lo razonable y llevarles la contraria cuando sea necesario para formales como buenas personas, claro está desde el punto subjetivo de lo que yo considero ser una buena persona. Y hacerles ver que no siempre se pueden salir con la suya, así como el valor de ciertos principios en los que me criaron y me han servido en la vida como el esfuerzo personal y la participación.
Y sobre todo, decir que los padres y madres somos los culpables de muchos males de nuestros hijos. Por eso a mí, personalmente, no me vale criticar por criticar al resto de la humanidad como si fuese una mierda, siendo uno Don Perfecto que mira y pone a parir una situación que le repugna pero en la que no toma partido para remediar nada, que es la impresión que yo saqué de la lectura del artículo.
Por cierto, no me importa que me lleven la contraria, siempre con educación y argumentos, claro. De todo se aprende. Lo del sueldo, ya es harina de otro costal. Saludos Miguel. Nat.
A mi hijo ignacio se le daba fatal el fútbol. pero en mi pueblo o eras del Getxo FC o no eras nada. No sé como pasó la prueba de acceso. No jugó un sólo partido. Pasó 6 meses de banquilo y sólo le dejaban salir los ultimos 5 minutos cuando el Getxo ganaba 5 a 0. A mi mi hijo me dio una lección de hombría porque nunca se quejó iba a los entrenamientos como el que más.
Hoy juega a baloncesto y acaba de ganar la liga de Vizcaya, pero eso da igual. Entrenan como fieras y siempre llueve en sus polideportivos descubiertos. A mi me parece que lo único que le mete un poco de caña a este hijo del sigo XX1 es su entrenador deportivo y su afición al deporte.
Ines
( especto a lo demás susribo)
Inés.
Mi inmensa minoría.