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Traschochar

por Marisol Oviaño
traschochar 1

Resulta que con la crisis tenemos menos amigos.
Mi hermana llega a la cena de Nochevieja después de haber tomado una caña con los amigos y trae noticias frescas: este año nadie llama a nadie.

Ya lo noté en Nochebuena. Éramos quince personas. Y por primera vez nadie se levantó de la mesa para atender una llamada. Otros años, los aperitivos eran un trajín de gente que buscaba un rincón, un poco de privacidad; y durante la sobremesa, todo el mundo leía las felicitaciones ingeniosas que le habían enviado.

Este año nadie parecía tener amigos. Pero un móvil sonaba insistentemente una y otra vez, amortiguado, como si estuviera en un bolsillo sepultado bajo la pila de abrigos. La cena estaba tan buena y el ambiente tan animado que todos fingíamos no oírlo, hasta que alguien no pudo más y preguntó:

– ¿De quién es ese móvil que no para de sonar?

Mi hermana tuvo a bien explicarnos que no era un móvil, sino un orinal con música que se había averiado. Y entonces sí, todos caímos en la cuenta de que cada vez que habíamos entrado al baño habíamos oído aquella musiquilla. Ni golpes, ni mojarlo, nada parecía servir para callar a aquel infernal invento que todavía llevaba el precio puesto: 10 €.

– Te parecería caro, encima- le dije a mi hermana.
– Me costó seis. Estaba de oferta.
– Ahora ya sabes por qué.

La velada fue a más con los turrones, y a las copas, mi madrina nos contó que su marido, nuestro tío, pescaba de joven en ríos prohibidos delante de la Guardia Civil. Hacía como que se bañaba, cogía las truchas con la mano- aprende, último superviviente: sin SAS ni hostias-, se las metía en el bañador y las aplastaba contra el fondo para que se estuvieran quietas y los números no sospecharan nada. Es decir: las mataba con los huevos.
Las Nochebuenas están para eso, para reír en familia, para que te cuenten cosas de ti que tú no recordabas, para que cuentes cosas del otro que el otro había olvidado, para sentir el zurcido de años que nos une.

Mientras, el orinal seguía sonando.
Pero los móviles guardaban silencio.
A las dos de la mañana había tal bullicio en el salón que nos costó oír la música celta que salía del bolsillo de un abrigo. Miré a mis primas. Pero, sorprendentemente, fue mi madrina la que se levantó a contestar como si le fuera la vida en ello. La llamaba otra de sus hijas, a la que convencimos de que pasara por allí con su familia antes de irse a dormir (estábamos todos en el pueblo, no tenía pérdida ni problemas de aparcamiento).

En cuanto llegaron, la niña mayor nos contó que Papá Noel le había traído una bicicleta. y su tío Gonzalo se apresuró a preguntar:

– ¿De las de traschochar?

Después tuvo la amabilidad de explicarme que las bicicletas que traschochan a las chicas son las que llevan barra. Una palabra nueva siempre es un magnífico regalo para una escritora, y le prometí que la utilizaría en alguno de mis artículos. Promesa cumplida.

El orinal estuvo sonando hasta que, a las tres de la mañana, mi hermano cogió un destornillador de estrella, sacó el mecanismo musical y lo arrojó a las brasas de la chimenea, donde se apagó como un disco de 45 rpm al que hubieran puesto primero a 33 y después a 16 (metáfora para mayores de treinta y cinco).

Los móviles siguieron callados hasta Nochevieja, y tampoco entonces sonaron mucho.

Si has recibido pocas felicitaciones, no pienses que tus índices de popularidad han descendido: échale la culpa a la crisis.
Y tira el móvil al fuego.
Feliz año a todos.

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¡Qué curioso! Este año también noté lo del bajón en el número de llamadas. Reconozco, además, que hice (muchas) menos de las habituales. No se me había ocurrido pensar que a otros también les pasara: pensé que era yo, que cada día soy más cascarrabias y me llama menos gente.

Un saludo,

Manuel Delgado

Coincido con el art. de Marisol y el comentario de Manuel, no sé a qué atribuirlo, se me antoja que en algo debo de ser responsable ante el mutismo del móvil, echo la culpa a los mails que intercambiamos sin cesar en las pre-fiestas, pero no es casual hubo mas silencios.Igual Proscritos:cada uno en lo suyo y desde uno.Buen 2010 para todos.Susana (una mujer argentina)

A mí rara vez me suena el móvil, vivo retirada del mundanal ruido y me comunico más por correo y en persona que por teléfono. El artículo forma parte de la observación de los móviles de mi entorno, que son los que nunca dejan de sonar.

Así que, consolaos: no sois vosotros.
Es la crisis, el miedo, las pocas cosas que hay que celebrar…

Será «la crisis, el miedo, las pocas cosas que hay que celebrar…» y tal vez que cada vez somos más conscientes de que hay menos cosas sinceras que decir con un mensaje de texto estereotipado del móvil o una llamada estándard navideña. ¡Feliz 2010 a todos los proscritos!

En cualquier caso, las llamadas hacen ilusión en estas fechas pero no los SMS llenos de Papa Noel y campanitas y consejos absurdos . Yo también había notado un bajón en las llamadas y en el deseo de hacerlas. Quizá por fin los maltrechos usuarios de movil empezemos a ver las trampas de las comunicaciones instantáneamente carísimas.
¿Quién ha escrito un christmas? Escrito, metidito en un sobre y enviado por correo postal.
A lo mejor también fue una moda.
Ines Celular Zarza

Pues yo les contare que este año solo recibi una llamada,y fue de mi supuesto amigo y digo supuesto porque trabaje para el 2 meses y no me pago nada,bueno solo un pàr de gafas rayban(pero de los chinos)o sea 8 euros por dos meses de trabajo jejeje sera su conciencia,para desearme un feliz año y preguntarme como estoy,como estarias si en un año has trabajado 11 meses y solo te han pagado 3 y no tienes que comer ni donde vivir que los que eran tus amigos cuando les dabas de comer te echaron porque les debes un mes de habitación,bueno tambien recibi antes de ayer otra llamada que supuse para desearme un feliz año de mi mejor amiga y fue para reprocharme que no les llame a ella ni a su hijo del que soy su padrino y me quede mudo y no acepte su invitación a comer el domingo pues no tengo para pagar el gasoil de mi coche que ahora es mi vivienda,ni para pasaje ni para los regalos como hice otros años y hoy sigo buscando un trabajo cada dia mas dificil pues no me renovaron la residencia porque mis jefes no me dieron de alta y no se hasta cuando no podre hacer ninguna llamada.

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