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El guru y otras hierbas, 34

por Tímido Celador

Charlie va a casarse.
No puedo decir que la noticia me sorprenda, pero por alguna razón que desconozco, siento una extraña decepción cuando me da la tarjeta en la que me invitan al enlace. Pretende ser informal y simpática, resultaría adecuada si los futuros esposos fueran adolescentes, pero Charlie y su novia pasaron hace años de los treinta. Los colorines no acaban de disimular la gravedad de la decisión que han tomado.

– Habla con Carlota, creo que ella se va a encargar de lo del regalo.
– ¿Está preñada tu novia?
– No, pero lo está deseando y, ya que me tengo que casar, prefiero que sea sin bombo: en las fotos queda fatal.
Ya que me tengo que casar. Esa frase retumba en mi cabeza toda la mañana.
– No tienes que casarte si no quieres.
Suelta una risilla sardónica y me mira como si sintiera una profunda lástima por mí.
– Ay, chaval. Lo listo que pareces y lo tonto que eres para las cosas normales. Claro que me tengo que casar: hace siete años que somos novios y quiero ser padre antes de los cuarenta.
– Pero ¿ella te hace feliz?
Charlie se echa hacia atrás en la silla y semicierra los ojos, meditando su respuesta.
– Ninguna mujer puede hacer feliz a un hombre siempre. Te cases con la que te cases, acabarás deseando meterte en la cama de otras. Acabarás cansándote de ella y ella de ti. Ésta por lo menos me quiere y cocina de puta madre. Y es muy hormiguita: no se gastará la pasta en gilipolleces. Ni abandonará a mis hijos para irse con otra polla.
– O sea, que te casas para tener seguridad.
– Y ¿para qué te crees tú que se casa la gente?

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0 respuestas a «El guru y otras hierbas, 34»

En el matrimonio solo hay la seguridad de la clase que da un contrato: seguridad jurídica. Esa es la única seguridad que hay en el viaje en que se embarca Charlie, al menos hoy por hoy. Todos los viajes tienen riesgo, pero eso no lo dicen en la publicidad, y sin embargo viajamos.

Mi joven Ariadna, no te quedes en la superficie y el lugar común. El matrimonio (o el emparejamiento, me da igual que no haya papeles) es un contrato, sí. Pero un contrato que te «garantiza» ¿qué?: que no estarás solo. Fíjate lo que dice Charlie: su novia le quiere, cocina de puta madre, es una hormiguita y no abandonará a sus hijos para irse contra polla. Es decir: no le dejará solo.

Si lo he entendido. Si lo que he querido decir es que es un contrato que SOLO te garantiza que los hijos que tienes durante su vigencia tienen el apellido del padre, que genera unos derechos y unas obligaciones entre cónyuges y respectos a los hijos si los hay, esa es la única seguridad que hay. Seguridad de que no te quedas solo, no la hay nunca en la vida, ni para eso, ni para nada (usar «viaje» en dos sentidos lo ha hecho más confuso, lo siento). En cuanto pueda te buscaré una cita de Chejov sobre el asunto que es fantástica y no la quiero parafrasear para no estropearla. Lo que he querido decir es que hay gente que sabe que en la vida, no hay nada seguro, y asumes los riesgos por libre voluntad, o por incosnciencia. Saludos

Huy, no te creas que el contrato te garantiza nada de nada.
Te lo digo yo, que estuve 14 años casada. La obligación de los padres respecto a los hijos es papel mojado. La única seguridad que la mayoría de los seres humanos tienen es- y eso cuando tienes suerte-, que tu madre estará ahí siempre. Y que al final nos aguarda la muerte.

En el fondo, todos -incluidos el Guru- somos unos románticos empedernidos. O sea que uno sólo debe casarse «si te hace feliz»… ja ja, eso si que es efímero, como las obligaciones. Claro, quizá por mi deformación profesional creo que hay contratos más «seguros» que otros y que si, casarse te permite reclamar y a veces, sólo a veces, ganar un juicio para que el otro o la otra asuman sus responsabilidades. En fin, que no hay nada escrito y tan válida es una razón para casarse como la otra ¿ o hay alguna receta?

Pues si, Marisol, lamentablemente esa seguridad de los contratos es muy frágil, (hoy estoy muy pesimista y no veo seguridad en nada) y coincido en lo que piensas de la madre y la muerte.
La cita que quería indicar de Chejov es «Si temes a la soledad, no te cases». Él sabría por qué lo decía…
Un saludo

No creo en la fidelidad eterna, en algunos individuos sí (sobre todo en las mujeres), en otros es imposible.

No creo en los papeleos y la burocracia.

Sí creo en el amor indefinido, para siempre y no sólo por seguridad. (No en todas las relaciones, por supuesto). Y aunque haya 200.000 adversidades, seguirá ahí.

Numerosas historias a lo largo de la edad del hombre así lo confirman.

Hay gente que se casa por seguridad, y hay gente que no. Y hay gente que se une para siempre sin necesidad de casarse.

Timido Celador: Que tema has tocado!!!!!!!pertenezco a la categoría casada-divorciada.Estuvimos juntos 23 años (él y yo),estábamos enamorados y nos pareció conocernos del derecho y del revés, quizás sea x eso…convertirnos en espejo del otro nos mutó en desconocidos.La infidelidad es apenas una anécdota que detona el final.Viva el amor!!!!!!! (mientras dure).Susana (una mujer argentina)

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